Por: Carlos Meneses

“El aliento a la inversión debe estar sustentado en hechos y no solo en palabras, aunque se digan en Estados Unidos”.

Las negociaciones directas hechas entre la compañía minera y los comuneros de Apurímac que viven en los alrededores de Las Bambas han sido indebidamente aprovechadas por el presidente Castillo. Durante la cita de las Américas se animó a conversar con los empresarios norteamericanos para decirles que el Perú es un país modelo para hacer aquí inversiones extranjeras.

La verdad es que el problema se ha arreglado solo por decisión de las partes aparentemente encontradas y sujetos a una tregua para hallar en el camino y en andar una fórmula de convivir para mantener la producción minera nacional, además de demostrar que el diálogo es la única forma de entenderse ante problemas.

Lo que el gobierno ha hecho en este proceso costoso para todos ha sido poco o nada. Quedan pendientes asuntos que por el tiempo y el descuido se han ido agrandando hasta llegar a tener las dimensiones paralizantes sufridas.

Las pérdidas se cuentan por decenas de millones de soles y de dólares por los salarios no percibidos, por las cuentas fiscales que no han recibido fondos, por exportaciones no cumplidas y felizmente no se ha lamentado pérdidas humanas por lo sucedido.

Esto significa la necesidad de un cambio de política para que no todo quede en decires sino en compromisos serios, debidamente fundamentados que conviertan el Estado en eficaz y existente que cumple con su obligación de mantener la paz interna y de superar cualquier abuso que puedan cometer las partes en conflicto.

Afortunadamente, nadie está obligado a creer lo que diga un presidente sino lo que demuestre con sus acciones y sus decisiones.