En honor a un periodista económico
Por: Ricardo Montero

El periodismo me permitió reencontrarme con Julio Lira en el 2007. Después de cinco años, retornaba a Gestión gracias a la invitación que me lanzó desde su posición de editor general –que al poco tiempo abandonó para asumir la dirección– para encargarme la jefatura de informaciones del único diario especializado en economía del Perú.

Nos conocimos en 1995 en el periódico y, desde entonces, poco había cambiado. Su semblante seguía cargando seriedad, su comportamiento no había abandonado la circunspección y el decoro, y su mirada, estoy seguro, continuaba despertando la envidia de los espías: escudriñaba cuidadosamente sin denotar interés.

Julio poseía cualidades propias de un chico que en tiempos idos llamábamos ‘chancón’: escueto, bien hablado, excelentemente instruido y de prodigiosa mente. Su coeficiente intelectual rozaba la excelencia.

En la redacción, animaba charlas sobre economía, política, periodismo y de otros asuntos de suma importancia para el país y el mundo. Pero Julio también era palomilla, futbolero, bailarín, cuentachistes, tenía el don de ‘lornear’ a quien se descuidara y organizaba buenas jaranas en su casa, como aquella en la que celebramos a Gestión por haber obtenido el Premio de Periodismo Económico Iberoamericano 2014 al ser considerado el mejor medio de prensa económica diaria de América Latina. Ambos habíamos crecido en barrio: Julio en el Rímac y yo en La Victoria; ambos cantábamos los goles de la U; ambos amábamos el periodismo.

Como cuento al principio, en el 2007 me reencontré con Julio y durante nueve años tuve la dicha de trabajar día a día con él. Alrededor de las 4 o 5 de la tarde, de domingo a jueves, organizábamos un pequeño comité para armar la portada del periódico. Él había estudiado economía en San Marcos. La práctica lo había convertido en periodista, de los más penetrantes, lúcidos y agudos que he visto en mis 40 años de carrera.

Y además fue un maestro. Con Julio Lira aprendí de economía y también de periodismo porque me enseñó a apreciar los datos económicos, a buscarlos, a contextualizarlos, a difundirlos con precisión y verdad. Con Julio Lira aprendí a internalizar un detalle que todos los periodistas repetimos como si fuera uno de nuestros diez mandamientos, pero, como tal, pocos lo ponen en práctica: “Los mensajes del periodismo deben ser entendidos por todos”. Y él se desempeñó durante 30 años como periodista económico y fue director de un diario especializado en economía.

Aún así, siempre se rehusó a presentar información para la élite, solo para aquellos que podían descifrar los enredos económicos o financieros.

“Esta es una noticia porque golpeará el bolsillo de la gente”, reclamaba a la vez que exigía que fuera escrita para que todos la entendieran. Julio Lira ha decidido marcharse. La historia del periodismo le guarda un espacio, lo reconocerá como el reformador del periodismo económico peruano.

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