Decisiones políticas en 26 años de Camisea
Por: César Gutiérrez – El Montonero
El breve recuento que haré, por el cumplimiento de 18 años del inicio de operaciones de producción del lote 88 –conocido como Camisea–, no se iniciará con el hallazgo de los recursos gasíferos en 1984, durante el segundo gobierno de Fernando Belaunde. Tampoco, con el fracaso del primer intento de explotación en 1988, durante el primer gobierno aprista; sino en 1996, cuando Perú estaba en condiciones de país elegible financieramente. Alberto Fujimori lo llamó el “contrato del siglo”, en un segundo intento de desarrollo del proyecto con la multinacional angloholandesa Shell.
El anuncio de 1986 estaba revestido de triunfalismo y de estrategia. No había un contrato de explotación de por medio con Shell, solo existía un compromiso de hacer un estudio de las posibilidades de desarrollo, que se entregaría en 1998. En ese momento, había dos temas de por medio: la emisión de US$ 1,000 millones de ADR de Telefónica del Perú en la Bolsa de Valores de Nueva York, donde se necesitaban buenas noticias y el avance del proyecto releccionista de Fujimori para el año 2000. La colocación de ADR fue un éxito en 1986, mientras que en 1988 se tuvo un quiebre en la relación con Shell, que se marchó del país, dejando en difícil situación de imagen política al mandatario.
Con rápidos reflejos, el fujimorismo, desde 1988 hasta el 2000, estructuró un modelo de otorgamiento del lote 88, mediante un concurso, y fue el pago de las regalías a favor del Estado la variable de competencia. A inicios del 2000, año electoral, con el gobernante de candidato, se otorgó el lote al consorcio liderado por la argentina Pluspetrol. Un punto a favor del Gobierno, que no pudo culminar en un contrato, pues a su caída no se había firmado. El mérito de Valentín Paniagua y su equipo es haber firmado el contrato con fecha de puesta en operación comercial (POC) en agosto del 2004.
En diciembre de 2001 cayó el Gobierno de Fernando de la Rúa en Argentina, un gran problema para el financiamiento de la construcción del gasoducto y poliducto Camisea-Lima, a cargo de la ítalo-argentina Techint. Pedro Pablo Kuczynski (PPK), con gran pragmatismo, les otorgó un adelanto de US$ 100 millones del ingreso garantizado por el Estado, previsto a pagarse después de iniciada la POC, no en la etapa constructiva. Así se llegó a la inauguración en agosto del 2004, levantando el nivel de aprobación de un Alejandro Toledo que sobrevivía con alta desaprobación ciudadana.
En el 2005, en otra decisión audaz, controvertida hasta la fecha, PPK autorizó utilizar reservas del lote 88 para sostener la exportación del lote adyacente, el 56, conocido como Pagoreni. Esto hizo posible la inversión en la Planta de Licuación de Gas Natural (LNG), de Pampa Melchorita, nada menos que con US$ 3,800 millones de inversión, de los cuales US$ 2,400 millones fueron deuda, con frontis del Banco Mundial, sostenido por tres agencias de crédito de exportación: Eximbank (USA), Sace (Italia) y Korea Eximbank (Corea).
Al segundo gobierno de Alan García le correspondieron dos decisiones complicadas: renegociar la fórmula de reajuste del precio del GN en el 2006, que fue exitosa, y no paralizar el proyecto de exportación de LNG, dadas las entidades comprometidas en el crédito, lo que permitió la exportación desde el año 2010. El debate sobre el envío del LNG a otras latitudes tomará nuevamente vigencia este año con la situación que vive Europa, por el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Desde el 2011 hasta la fecha no ha habido intervenciones de la clase política en la operación del gas de Camisea. Se han escuchado discursos sobre la necesidad de su nacionalización desde el 2016, pero se han quedado en eso. Sin embargo, queda un gran tema pendiente: la declinación de las reservas, ante la ausencia de esfuerzos exploratorios.