La naturaleza, titular de derechos y garantías
Por: Luis Luján Cárdenas
Nuestros paradigmas sobre la naturaleza deben cambiar definitivamente. Debemos dejar de lado la visión antropocéntrica que la considera una cosa, un objeto, una simple despensa de recursos naturales.
El planeta está en su hora más crucial soportando la acción antrópica de una población que crece al igual que sus actividades, además de los efectos devastadores del cambio climático, que están alterando su normal evolución, desequilibrando la vida y los ecosistemas.
Muchos países, para revertir esta crítica situación, están cambiando, actualizando y mejorando su normatividad a favor del medioambiente. Es así como la ciencia jurídica está dejando de lado el viejo paradigma naturaleza-objeto sustentado en la propiedad privada, dando paso a naturaleza-sujeto, titular de derechos y garantías.
En Ecuador, por ejemplo, debido a iniciativas indígenas preocupadas por la destrucción de sus bosques que atentaba contra su hábitat y su propia existencia, en el 2008 sorprendieron a América Latina con una nueva Constitución que considera el nuevo paradigma del buen vivir o Sumak Kawsay.
Esta “consagra una doble dimensionalidad sobre la naturaleza y el ambiente en general, al concebirla no solo bajo el tradicional paradigma de objeto de derecho, sino también como un sujeto, independiente y con derechos específicos o propios […] definiéndola como el lugar donde se reproduce y realiza la vida, y reconociéndole el derecho al respeto integral de su existencia y al mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos”
El derecho ambiental se impuso con normas que reemplazan la visión clásica antropocéntrica por una ecocéntrica o biocéntrica que abraza la concepción jurídica naturaleza-sociedad para una vida sostenible con base en la gobernanza socioambiental.
Indudablemente que esta nueva concepción de los ecosistemas como sujeto de derecho –que están asumiendo muchos países– propugna un nuevo modelo de desarrollo social, sostenido, humano y amigable con la naturaleza, donde quiérase o no deberemos asumir la economía verde.
Las Naciones Unidas acaban de afirmar que las generaciones actuales y venideras tenemos el derecho a vivir en un ambiente sano, protegido, ecológicamente equilibrado y libre de cualquier atentado. Al igual que los humanos, la naturaleza debe estar protegida por las leyes y le debemos reconocer su derecho a existir, prosperar y evolucionar.