La creación es espontánea, la teoría es ideal
Por: Àlvaro Fernando Pinto Valdivia.

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José Luis Paredes a sus 39 años es un artista arequipeño de gran experiencia. Egresado de la Escuela de Arte Carlos Bacaflor en 2005, ha ganado numerosos premios nacionales e internacionales, realizado brillantes exposiciones y es uno de los Artistas mejor acreditados en el mercado. Además muy claro en sus opiniones. Nos hablará sobre las relaciones entre su obra, la teoría y el público.

AP: ¿José Luis, hay alguna relación entre la temática de tu obra y el estado actual que vive al país?

JLP: Yo creo que sí, de todas formas. Cuando yo me inspiro, cuando algún tema me llama a la atención, algo para pintar, para concretar, eso siempre se da mucho tiempo antes de comenzar la obra. Es decir, tiene que ser un impulso que sobreviva al tiempo.

No es que yo hoy día me imagine algo o me pase algo y mañana mismo lo estoy pintando, esa no es la forma en que yo produzco. Mi trabajo también toma un tiempo de elaboración, es un proceso lento. Pienso mucho los temas y pasa un tiempo antes de empezar a pintar. Entonces. Voy haciendo ciertos bosquejos en mi imaginación, algunos bocetos físicos de tiempo en tiempo, algunos estudios, algo que sirva a la obra. Uno siempre tiene ideas y va discerniendo cuales son las más importantes o indispensables. Son muchas las condiciones, tienes que ver tus tiempos, el presupuesto, la oportunidad de plasmar el tema, varias condiciones que tienen que confluir para que se empiece una obra, todo se va complementando.

Ahora, si todo esto tiene que ver con el momento, con la actualidad, diría que sí.

El artista hace autocrítica y puede decir: esta obra no está bien, este no es el camino y a veces hay que dejar el cuadro, lo vuelves a retomar, el momento de la creación tiene esa interacción con el mundo.

AP: ¿Entonces tu búsqueda es de temas trascendentales más que de temas políticamente mediáticos que estén pasando en el país?

JLP: Definitivamente también tiene que ver, por ejemplo, con el tema de la pandemia. El confinamiento se hizo físico, el hecho que haya gente encerrada, menos comunicada, parece algo terrible. Pero creo que ya desde antes, con el boom de las redes sociales la gente se sentía poco relacionada, solamente que ahora se hace físico.

Lo mismo sucede con la salud, teníamos un ministerio, un sistema de la salud precario que era vulnerable a cualquier gripe, a cualquier emergencia y esto de la pandemia simplemente lo evidencia de una manera física, pero es algo que todos ya lo sentíamos. Por eso siempre la parte física, la parte superficial, visual, va a responder a una tendencia interior, por lo tanto, la actualidad corresponde a lo trascendente.

AP: ¿Tu propuesta tiene un sustento teórico o ideológico?

JLP: Tengo una filosofía, una ideología de vida, me considero un tipo idealista, un tipo que busca cultivarse, actualizarse para poder apreciar otras formas de arte, para entenderlas y para darles una interpretación más certera. Pero en cuanto a la creación, esta tiene una naturaleza más intuitiva, inclusive visceral que corresponde más a las emociones.

La teoría responde más a que yo la sienta correcta. Si tiene una participación en la creación, diría que sí, pero es mínima. La teoría es mas para la lectura, para la interpretación de la obra ajena, para eso ayuda bastante.

La creación tiene que ser de algo nuevo, algo fresco. Uno trata de desligarse de las influencias, conceptos, porque por ahí, estos te llevan por caminos ya andados por otras personas. Por lo tanto, la teoría no cuenta mucho para mí a la hora de la producción.

AP: ¿En cuanto al espectador ideal de tu obra, es uno apolítico o uno critico?

JLP: Conviene alguien que tenga ánimo de apertura, ánimo de ver o de entender las cosas desde un nuevo punto de vista. En mi caso, la pintura o la obra plástica aparentemente quieta, tiene todos los condimentos para generar un buen grado de especulación, de proyección, de relación, de empatía con el espectador. De modo que una persona que mire con ojos nuevos una obra nueva es el mejor público.

AP: ¿Crees que el artista debe tener alguna identidad política?

JLP: No sé si declarada, pero creo que todos, no solamente el artista, toda persona consciente o inconscientemente tiene una postura política, una posición dentro de la sociedad. Quizás el artista, al engranar varios ámbitos, sea el social, el de creencias, el emocional, el del juego o el creativo, pareciera que entiende un poco mejor el todo. Insisto en que el artista es como una antena que sintoniza con lo más profundo del ser humano, con lo más colectivo, lo que compartimos todos desde distintas posturas políticas. Poe eso el artista debe ser también bastante tolerante, abierto, participativo, para que la obra tenga mejores condiciones, más posibilidades a la hora de plasmar la realidad.

Todos tenemos una identidad política, pero, en el momento de la creación es solo un dato, es tan importante como el nombre o las medidas de la obra.

AP: ¿Como contribuye tu práctica artística a la ciudad o a la región?

JLP: Realmente, dentro de las artes la que quizás tenga menos impacto sobre la población sea el arte de la pintura, como es mi caso, porque no se puede masificar su difusión.

En el caso de los libros, simplemente, se imprimen más poemas, más cuentos, más novelas. En el caso de la música, lo mismo, se puede difundir una canción y llegar a muchas personas en una sola emisión. El caso de la pintura es una conquista de uno en uno, de modo que el impacto que se pueda tener es poco, hablamos de un arte que cada vez es de menos. No es como el cine donde una obra puede tener un impacto en miles de personas en una sola tarde, una sola noche.

Entonces, si no queremos fama o queremos bombos y platillos para especular o recrear un reflejo de la sociedad, la pintura es la más desinteresada de las artes. Eso la hace más genuina, mas honesta, mas íntima. Quizás nuestras imágenes no sean muy vistas, pero, seguramente van a ser las más certeras y dejarán esa evidencia de como intentamos retratarnos o como nos vimos en cierto momento de la historia o del tiempo.

AP: José Luis, comentaste hace un rato, antes de la entrevista sobre la obra de Palao, creo que viene bien justamente con la temática que estamos tratando en este momento…

JLP: A cerca de la influencia. Yo no me considero un pintor reconocido y hago un arte de pocos, pero, ponía de ejemplo a Luis Palao que es un artista con mayúsculas, alguien reconocido tanto a nivel artístico como a nivel de la crítica, pero también a nivel del mercado del arte, porque es una obra muy cotizada, sin embargo, Palao es un tipo que entiende o que abocó su trabajo al hombre, digamos, mas del interior del país, mas íntimo, en relaciones con su fe, con su trabajo, con sus animales, con su familia o su entorno mas cercano y cuando vemos obras de él en las galerías de Lima o galerías de acá nos invita a ver una cara que para nosotros nos resulta completamente ajena, incluso su obra nos parece atemporal, sin embargo, si uno lo ve, es un tipo que vive con esas creencias, se siente cómodo en ese entorno y en su obra se percibe una grandeza, una franqueza y una plenitud de vida que muchos artistas de acá o de una metrópoli, no logramos y él lo hace con pobladores que quizás no tengan la vida compleja y atareada que tenemos nosotros, entonces él, de alguna manera, lleva a las galerías más contemporáneas una propuesta de vida plena y simple a la que todos podríamos acceder o ambicionar.

AP: ¿Te interesa el futuro de tus obras? o como ves el futuro de las mismas…

JLP: En el momento de la creación, uno no sabe, de ninguna manera, qué cuadros hace bien, qué cuadro va a salir mal. Procuramos hacerlo bien de primera, pero eso no pasa, lidiamos con esa adversidad, de que siempre nuestras expectativas superan nuestra capacidad. De modo que para mí no es imaginable ni recomendable plantearse una obra de arte trascendente, eso te puede sabotear todo el proceso creativo. Es mejor trabajar desinteresadamente, abiertamente, tratar de hacer lo mejor posible. Al final, el resultado es lo que vale, lo es todo. Más allá de eso, el artista no ve, no vemos el futuro. Esperamos que sirvan, no tanto que sean famosas, pero, sí que sean útiles en su ámbito, en lo que le corresponda a la obra. Le deseamos lo mejor, pero su destino no se puede ver, no lo vemos.

AP: Acostumbras comparar o relacionar tu trabajo creativo con otros aspectos de tu vida?

Entre las cosas que me interesan está la astrología, soy un aficionado. En la carta astral del horóscopo hay doce casas astrales y casualmente la casa quinta es la casa de las creaciones, de la creatividad, es la casa que regenta Leo. También es la casa de los hijos, y los hijos también son una creación nuestra. Entonces, yo hago una analogía entre los hijos y lo que uno espera de su propuesta artística o de su propósito de vida. Mi camino no es el camino de mi hija ni mi camino le sirve a nadie. En el caso de los hijos, siempre esperamos lo mejor y los educamos, cuidamos, y los cultivamos. Lo mismo sucede con la obra de arte, no se puede dirigir, sí se puede cuidar, atenderla, pero, cuando la obra sale del taller ya empieza un camino ella sola y por eso justamente esa obra es única, irrepetible. El camino entre la obra y el artista no se vuelve a cruzar y la obra se pierde como una persona, como una entidad en una sociedad, tiene que cumplir su ciclo y su ciclo dependerá de la interacción de esa obra y la realidad.

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