A recobrar el Estado de derecho
Por: Ricardo Montero Reyes
Un sujeto le asesta una puñalada a un ciudadano y le da muerte. La policía atrapa a quien describe como un limpiaparabrisas y lo pone a disposición del sistema judicial. La autoridad municipal reacciona de inmediato intentando dar orden: “Se prohíbe la actividad de los limpiaparabrisas en la calle”.
El mensaje es contundente, aunque no contribuye a restituir la paz en las calles, pues los delincuentes buscarán camuflarse en otro oficio para seguir ejerciendo su actividad principal: robar y matar.
Para hacer frente a la delincuencia necesitamos movilizar ideas que generen debates limpios, abiertos, comunicativos, alejados de propuestas impulsadas por líderes que apelan a supuestos sentimientos populares, pero que en el fondo solo buscan el aplauso momentáneo.
Estamos inmersos en una crisis política, que comienza a desencadenar una crisis social, porque las instituciones obligadas a sostener el orden, entre ellas los partidos políticos y las propias autoridades, dejan de escuchar, renuncian al diálogo y basan su discurso en la demagogia y el populismo. Surgen así escenarios carentes de valores, en los que predominan la falta de voluntad para restituir las relaciones entre las instituciones y los ciudadanos, y el desinterés por privilegiar lo racional y lo legal.
Así, los peruanos poseemos un Estado incapaz de reaccionar oportunamente ante las acciones de violencia delictiva, incapaz de castigar a los delincuentes e incapaz de mostrar una presencia que inhiba a los delincuentes. Esta incapacidad motiva a los delincuentes a fijar reglas y decidir quién vive o quién muere, a quiénes pueden extorsionar y a quiénes puede secuestrar.
Es urgente convencernos de que lo apremiante e inaplazable es debatir y consensuar, y luego de esto aplicar resoluciones, resaltar valores y divulgar preceptos que nos ayuden a salir adelante. En ese contexto, se debe respaldar el esfuerzo para que se asuma con criterio y legalidad el diálogo interinstitucional y, de esta manera, reforzar las acciones que ayuden a superar las ideas que devienen en anacrónicas.
¿Prohibir el trabajo de los limpiaparabrisas ayudará a disminuir la delincuencia? Dudo de que ese vaya a ser el ansiado resultado, pues el problema tiene que ver, esencialmente, con la debilidad del Estado de derecho, que se debería entender como la acción que va más allá de la justicia penal.
Hagamos frente a la delincuencia generando debates con transparencia. El Estado debe recobrar su legitimidad, poderío y decencia a fin de hacer frente a grupos dispuestos a usar la violencia para apoderarse de la calle y de nuestras vidas.
Insistir en que, no insistir que
FUNDEU
El verbo insistir se construye seguido de la preposición en (Insiste en que vayamos), por lo que no es adecuado suprimirla (Insiste que vayamos).
En los medios de comunicación se pueden encontrar frases como «El directivo británico insistió que no beneficiarán a uno u otro», «Además, insistían que en otra llamada el usuario debía confirmar el cambio de suministro eléctrico» o «Intermediarios insisten que no les quieren comprar café».
Tal como se indica en el Diccionario panhispánico de dudas, el verbo insistir (‘repetir o hacer hincapié’ y ‘persistir’) es intransitivo y no lleva objeto directo, sino un complemento introducido por en. De esta forma, no es apropiado omitir la preposición, tampoco cuando aquello en lo que se hace hincapié o en lo que se persiste es una oración que comienza por que.
Así pues, en los ejemplos iniciales, lo recomendable habría sido escribir «El directivo británico insistió en que no beneficiarán a uno u otro», «Además, insistían en que en otra llamada el usuario debía confirmar el cambio de suministro eléctrico» e «Intermediarios insisten en que no les quieren comprar café».
Igualmente, se recuerda que, si el complemento es un sustantivo, es válido emplear también la preposición sobre: «El reportero insistió sobre la incógnita».