Tan difícil es caminar derecho
Por: Alejandro Paz S.
Tan difícil es caminar derecho??!! Twitteó en octubre de 2011 Nadine Heredia, ex primera dama en el Gobierno de su esposo Ollanta Humala. Ello en relación a inusuales gestiones que sostuviera Omar Chehade, a la sazón ex vicepresidente en ese entonces, con altos mandos de la policía a fin de favorecer a un grupo empresarial envuelto es disputas en el Poder Judicial, para obtener el control de una planta azucarera de Andahuasi, en Lima.
Tal comentario, se sintió como el marcar distancia con todo acto ilícito, allegado a la corruptela y que no se iba a permitir. Se tenía que atacar frontalmente, con la firmeza de llevar adelante un gobierno firme, transparente, pues ya se tenía a gobernantes investigados como Fujimori y García, además de una lista interminable de políticos, miliares, funcionarios y servidores públicos, entre otros, amén de empresarios y lobistas.
Es inaudito que se tenga a casi todos los ex presidentes vivos, investigados, procesados y alguno condenado, por actos de corrupción en el sentido más lato.
Cada uno pregonó ser transparente, que no metería las manos a las arcas del Estado, que tendría las manos y frente limpias, sin manchas ni atisbos de corrupción o proceder ilícito. Sin embargo, ha habido demasiada distancia entre lo que se gritaba a voz en cuello con su proceder altamente cuestionable y que les ha costado estar en prisión, por diferentes imputaciones.
La carcelería, denuncias e imputaciones por actos vedados, llega a todo nivel y esfera de las instancias estatales, sean del ámbito central, regional o local, a las fuerzas armadas y policiales, al Poder Judicial, Ministerio Público, y hasta a particulares que por intereses propios propician y participan en actos de corrupción, que no solo son contrarios a la moral sino que llegan a quebrantar el orden jurídico y ser pasibles de responsabilidad penal, como si su libertad no importara y todo su mal proceder queda nefastamente justificado por el dinero.
Pareciera que la indecencia, lo inmoral, la ausencia de ética, estuvieran institucionalizados, como una práctica usual, no regulada literalmente pero aceptada, que no hace daño, sino que es parte de lo cotidiano. Ya superó la criollada, el tener calle. El andar al borde de lo ilegal pareciera un arte, una distinción ganada a puso de hacer el mal, de la negación del ser humano, sin valores.
Pero, basta. Debe ponerse fin a esas prácticas insanas. No será fácil la tarea, mas hay que seguir en la lucha contra la corrupción.
Tanto como fortalecer las instituciones, debe irse al principio, a la educación cívica, a la formación con valores de la persona, para que cultiven virtudes para ser ciudadanos nobles, de férreos principios de bien. Así, podrán ser ejemplares padres de familia y comenzar desde el hogar con benigna formación de los hijos, para vivir en una sociedad segura, de respeto a la ley y sus autoridades, que se esté lejos de quebrantar el orden social y se trabaje por la prosperidad y desarrollo del país, en pro de construir una comunidad del primer orden, de respeto a todo nivel.
Las instituciones se fortalecen con las personas, no con infraestructura, tecnología ni comodidades, que si bien son importantes, éstas son herramientas, mas el sereno actuar del ciudadano hará que los servicios a su cargo sean eficientes, transparentes, predictibles. El valor está en lo que aporta el individuo, en el cumplimiento de su deber ciudadano y responsabilidad para obrar en bien y para el bienestar social.
No es una labor fácil. Tomará años. Por eso se trabaja para venideras generaciones. Debemos despojar de esa mala cultura a nuestra sociedad, que no se empodere el mal, la corrupción, el tolerar y aceptar lo indebido como debilidad del ser humano. Por el contrario, hay que combatirlo. Empezando por uno mismo, reflexionando cómo hacer de nuestra vida y trabajo un ejemplo, rechazar propuestas ajenas a lo moral, al bien. Tener la entereza y convicción que podemos cambiar nuestra sociedad. Que nuestros hijos se desarrollen con igualdad de oportunidades, sin distinción alguna. Que la libertad en sus diferentes estadios se use para tomar sabias decisiones, para vivir sosegado, al borde de la felicidad, con calidad de vida, con fe y esperanza que al salir de casa se retornará a la misma sin haber sufrido atropello o vejamen alguno, sino hacerlo íntegro y con integridad.
Hoy toca juzgar a los malos gobernantes, a quienes el pueblo les depositó la confianza de dirigir un país para el bienestar, no para que delincan. No a la compasión, al preso ex gobernante, invocada por una conductora de un informativo de la ciudad capital, eso es cohonestar, es validar la corrupción, es dar amnistía a lo inmoral, es quebrantar el orden y seguridad social. Eso no se debe hacer, simplemente se rechaza.
Es deber entonces de todos, respetar, cumplir y hacer cumplir las normas. No debemos ser ajenos de ese deber y proceder con responsabilidad personal y social. En nosotros está el cambiar nuestro destino para hacer del Perú el país de ensueño, en nosotros está el forjar un futuro con oportunidades para que al final de nuestro ciclo productivo disfrutemos de nuestros logros.
Es crear una sociedad en constante auto formación, más allá de la función de las autoridades del orden, debemos superar las normas siendo respetuosos sin que medie sanción o apercibimiento alguno. Es forjarnos a nosotros mismos que en conjunto tendremos la más severa fortaleza de respeto y un país sólido, sostenible e invulnerable.