Pizarro: el rey de la baraja

Por Cecilia Bákula – El Montonero

Como una manera de recordar más la creatividad y capacidad intelectual del presidente Alan García, la editorial Planeta ha lanzado una nueva edición de su libro titulado Pizarro, el rey de la baraja. Política, confusión y dolor en la conquista. Carla García, hija del autor y coordinadora de esta nueva edición, ha tenido la gentileza de invitarme a participar en el lanzamiento, por lo que me permito adelantar algunas ideas sobre el libro.

No se trata de un texto de estricta investigación histórica; es la visión de un político del siglo XX respecto a la acción política de hechos que cambiaron la historia del mundo en el siglo XVI. No obstante, el autor recurrió a una interesante consulta bibliográfica.  No cabe duda de que Alan García era un estudioso de la historia, y que la nuestra cautivaba y captaba su atención. Sin embargo, en este estudio él no pretende mostrarnos un análisis puramente lineal de los hechos a partir de crónicas o de investigaciones ya realizadas; el autor se adentra en la psicología posible del personaje para comprender las acciones que toma y que, de manera directa, determinan el fin de un imperio y el inicio de una nueva etapa para América y para el mundo entero.

Con una clara vocación didáctica, García inicia el desarrollo de su estudio explicando la importancia de los hechos “consumados” para comprender las consecuencias de ellos en la acción política. Y lo dice en sentido inverso a lo que señalo, pues indica que desea “… comprobar el alto nivel de autonomía de la política y su importancia en los acontecimientos humanos…”; como haciéndonos ver que la política es no solo el estudio de los hechos, sino que en ella intervendrá el instinto de poder, la visión del grupo, del futuro, del conflicto…

Para comprender a la persona y la personalidad del conquistador, elemento sustantivo en este caso, Alan García nos presenta el panorama general aceptado entonces, de cómo debía ser y qué se esperaba de aquellos que se lanzaban a las aventuras marineras de ultramar y en esas personalidades se conjugaba, quizá por igual, según el autor, mucho de lo mitológico, como de lo quijotesco, no obstante que la obra de Cervantes, publicada años después, ya estaba como esencia, muy enraizada en el sentir y ser de los atrevidos conquistadores del XVI.

La pregunta obvia, entonces, es la siguiente: ¿En qué medida, el análisis político de los hechos, puede dar una explicación a los mismos? Es decir y, en palabras del autor: ¿Por qué la política fue un arma fundamental?  No se explica el avasallamiento de miles de hombres defendiendo a su Inca dios antes 168 opositores, por más caballos y pólvora que estos tuvieran y éste es el meollo del análisis que se nos presenta como una novedad.

Quizá la propia personalidad de Francisco Pizarro podría revelar una de las pautas del éxito pues vaya que se necesitaba un temple especialísimo para lanzarse a una aventura de tal calibre, siendo su origen por demás sencillo y en este punto, García sí recurre a fuentes de época que le permiten concluir que nuestro personaje, logró contra todo pronóstico, hacer prevalecer sus ansias de prestigio, objetivo distinto al de sus acompañantes. Es decir que Pizarro buscaba la gloria imperecedera y los otros, de alguna manera, por lo menos en un principio, una paga material inmediata.

Para comprender el éxito logrado por las huestes de Pizarro, García nos propone y desarrolla quince reglas, explicando cada una a partir de hechos ocurridos en el momento de la conquista pero que, sin mucha dificultad, podríamos trasladar al mundo contemporáneo. Todas las reglas, como pautas de un camino a seguir, son importantes; son como lineamientos de estrategia política explicadas por quien supo de fracaso y gozó del éxito, es decir, reglas escritas con el saber de la teoría y la sabiduría que da la experiencia.  No me atrevería a decir, en este momento, cuáles son las reglas que yo creo que, en la vida real de la real política, Alan García cumplió o incumplió; solo señalo que el libro es de lectura casi obligatoria para quienes desean conocer al personaje, al autor y entender nuestro propio devenir histórico.

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