Por: Carlos Meneses

Muchas obras están paralizadas, como carreteras, hospitales y otras que deben destrabarse para mejorar la infraestructura de la región. La brecha actual es de casi 4 mil millones de soles en sectores como saneamiento, transporte, educación y salud principalmente.

Lamentablemente, la región se caracteriza por una precariedad en las condiciones laborales, la informalidad y los bajos sueldos. Arequipa es una de las ciudades con mayor número de desempleados y un 83 por ciento tiene un trabajo informal.

Pese a que Arequipa es una región productora de cobre, lo sueldos oscilan entre mil y 2 mil soles como promedio y solo un 17 por ciento de quienes viven en la región (209 mil 769) tienen un empleo formal.

El comercio ambulatorio aumentó en la ciudad, en los últimos meses se apoderó de las calles, provocando inseguridad y congestión vehicular. La informalidad es asociada a un crecimiento débil de la producción y de la productividad laboral, así como a la obtención de peores resultados en materia de pobreza y desigualdad.

Las ciudades con mayor tamaño tienen un ingreso per cápita más bajo, más pobreza, más desigualdad de ingresos, mercados financieros menos desarrollados y niveles de inversión más bajos, y están más lejos de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible.

En Arequipa y en todo el país,  la gran mayoría de empleos son creados desde el sector informal. Esto se explica por diversos factores, como las fuertes cargas regulatorias y fiscales, y la debilidad de las instituciones, los cuales han contribuido a la informalidad del mercado laboral.

La informalidad laboral no solo repercute en la evasión de impuestos o regulaciones, sino que se traduce en baja productividad, bajos salarios y, en la exclusión del sistema de seguridad social.

Arequipa y Cusco son las regiones del sur con mayor desempleo, a consecuencia del coronavirus, conflictos sociales y la crisis política. Por lo tanto, es un reto para los gobiernos locales y regionales  generar empleos para combatir la informalidad.