La informalidad laboral en el Perú
Por: Carlos Meneses

Lamentablemente, de los más de 17 millones de personas empleadas, la tasa informal alcanzó el 75.7% a nivel nacional, siendo los sitios con mayor representatividad la Selva con el 81,4%, Sierra Centro con -77,8% y Sierra Sur con -75,9%. Entretanto, en la zona de Costa Centro se situó en 63,9%. Cabe destacar que el empleo rural en el país es, en su mayoría, informal.

A nivel mundial, la informalidad laboral es un problema. Sin embargo, en el caso peruano parece ser un caso más severo. El tener un empleo digno se ha convertido en una odisea para millones de personas en el Perú y en toda Latinoamérica. Y es que si bien son muchos los gobiernos que buscan disminuir la informalidad, la tarea se hace cada vez más difícil y hoy son millones de peruanos y peruanas quienes no pueden cubrir sus necesidades básicas y muchas veces terminan endeudándose, pidiendo préstamos  a entidades bancarias y a familiares para poder subsistir.

De acuerdo a estudios recientes, la Población Económicamente Activa (PEA) en el Perú ascendió, en el 2022, a 18,6 millones de personas, es decir, creció en 562.400 personas, 1.540 al día un promedio.

En este contexto, la población ocupada a nivel nacional –que está integrada por empleos tanto formales como informales– alcanzó 17 millones 756 mil 400 personas el año pasado, lo que corresponde a un 95,7% de la PEA y un crecimiento de 3,7% si se compara con el 2021. Sin embargo, la informalidad afecta a casi el 80 por ciento de ellos, decir de cada 10 peruanos 8 trabajan informalmente y sin beneficios laborales.

Lo cierto es que la informalidad se posiciona cada vez más en el país, una situación totalmente preocupante. Es por ello que se hace urgente un acuerdo público – privado y políticas que generen más puestos de trabajos, no solo formales, sino también dignos.

Un estudio de ComexPerú,  sostiene que la creación de empleos formales sigue siendo una de las principales preocupaciones en materia laboral. Expertos recomiendan que es necesario priorizar políticas que promuevan el crecimiento económico y, al mismo tiempo, la generación de empleo de calidad.

Para lograrlo, es fundamental tomar en cuenta la dinámica de las actividades económicas, así como promover la capacitación y formación de los trabajadores.

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