Los perros necesitan espacios públicos seguros
Por Gerardo Berdejo, presidente de la Asociación de defensa de los derechos animales “Proyecto Libertad”

Existen varias razones para afirmar que las ciudades donde vivimos, sobre todo las más grandes como Lima, Arequipa, Cusco, Trujillo, entre otras; necesitan rediseñar sus espacios públicos para que los perros alcancen un mejor nivel de bienestar y seguridad.

Partamos de dos conceptos básicos indicados por expertos como los autores del libro “Psicología Ambiental” (1998) de Juan Ignacio Aragonés TapiaMaría Amérigo Cuervo-Arango; muchos de los cuales coinciden con lo dicho por la OMS:

  1. La existencia de espacios libres es una necesidad cada vez más urgente, porque mientras más cercanos estemos en las calles, más estrés sufriremos. El ser humano es un animal sociable que forma grupos, pero si éstos están muy próximos, se tiende a caer en conflictos violentos.
  2. La existencia de “verde” en las calles y de paseos arbolados unen con lógica el hogar, el vecindario y las zonas comerciales, dando una percepción de bienestar en quienes viven el espacio.

Hasta este punto hay consenso, sin embargo, en las últimas décadas hemos visto un incremento en las familias que han decidido convivir con uno o más perros. Así lo demuestra, en parte, un artículo publicado en 2017 por la Universidad Cayetano Heredia que indica que, en el distrito de Ventanilla, Callao, el 61.9% de las familias convivían con perros y el 40% con gatos. El estudio mostraba además que el rango de animales por familia es de 1.8.

Pero a esto hay que sumarle un dato muy importante, y es que actualmente las familias peruanas tienen 2.2 hijos por familia, mientras que, en el año 1960, las familias peruanas tenían en promedio 7 hijos. Eso quiere decir, en líneas generales, que las familias peruanas tienen tantos hijos biológicos como hijos de 4 patas.

Hay que decir que el incremento de familias que deciden adoptar animales y el descenso de la tasa de natalidad es una tendencia a nivel mundial. Perú no es un caso aislado.

¿Pero como influye estos nuevos números a los espacios públicos de nuestras ciudades?

En estrés y conflictos. Conflictos entre vecinos con niños y sin perros, conflictos entre vecinos sin niños, pero con perros, personas sin perros y sin hijos, etc. Todas las combinaciones valen.

Esto ocurre porque los grupos están muy próximos entre sí, como explicaba líneas arriba con la psicología ambiental, que es el estudio directo de la relación entre un entorno y cómo ese entorno afecta a sus habitantes.

Ante esta realidad quiero esbozar una propuesta, no solo desde el bienestar animal, como activista por los animales que soy, sino también como arquitecto y urbanista que es la profesión que ejerzo.

Mi propuesta no es nueva, de hecho, lleva décadas aplicándose en otros países desarrollados, y aunque aquí podamos verlas en algunos sitios, no es nada popular en nuestro país.

Necesitamos entonces, perros y humanos, parques adaptados para que todos podamos convivir con más bienestar, más higiene y más salud mental.

Por eso me gustaría plantear aspectos básicos para el diseño de parques pequeños y medianos con zonas para perros, y principalmente los ubicados en zonas residenciales, ya que los parques zonales o plazas, que poseen patrimonio histórico, tienen un tratamiento totalmente diferente y donde en algunos casos, esta propuesta sería inviable o inadecuada.

Entonces, de darse las condiciones favorables de demanda ciudadana, financiación y voluntad política por parte de las autoridades, los parques podrían contar con un área exclusiva para perros, de la misma forma que ya existen áreas exclusivas para niños o para hacer ejercicios.

Toda persona que viva con un perro, aparte de los cuidados que le debe como miembro de la familia, debe ser consciente que ellos necesitan salir a pasear de 2 a 4 veces al día según sus características. Y si tienes un parque en tu barrio no podemos olvidar que ese espacio es de todos y los usamos para diversas actividades como dormir una siesta, leer un libro, jugar, conversar, hacer ejercicios, etc. Entonces cuando dejamos que nuestros perros hagan sus necesidades en cualquier lugar estamos generando un problema, porque dejarán olores y áreas húmedas, que, si bien no nos causarán ninguna enfermedad, lo cierto es que a nadie le gustaría tumbarse o sentarse encima de orines o restos de excrementos de perro que son imperceptibles a primera vista.

Pero volviendo a la propuesta, estas zonas para perros deben tener un acceso adecuado que brinde seguridad, debe tener un área suficiente para asegurar el disfrute, debe tener un suelo idóneo para el juego y para la higiene, debe tener un mobiliario mínimo para que los dueños puedan descansar y supervisar a sus animales, debe estar bien iluminado para cuando caiga la noche y tachos de basura especiales. Y algo muy importante, debe tener árboles de copa mediana o grande para que en la época de verano sea un lugar fresco ideal para el recreo.

Sin embargo, toda esta infraestructura solo nos traerá bienestar real si el vecino colabora adoptando conductas responsables con sus animales.

Queremos trabajar en higiene y convivencia armoniosa pero también queremos evitar accidentes que en la mayoría de los casos se dan por la irresponsabilidad de sus adoptantes. Aquí las autoridades deben actuar y apoyar este cambio con campañas educativas.

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