Fiscalía colombiana investiga a Gustavo Petro
Por Manuel Gago – El Montonero

Gustavo Petro de Colombia no es el primer presidente vinculado con el narcotráfico en la región. Claramente tuvo ese vínculo Evo Morales, de Bolivia: en sus orígenes, el Movimiento Al Socialismo (MAS) estuvo integrado ampliamente por cocaleros que Morales organizó para ingresar a la política.

Diosdado Cabello, el número dos en Venezuela después de la muerte de Hugo Chávez, y Nicolás Maduro han sido acusados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de dirigir el Cártel de los Soles, organización criminal que enviaba droga a Europa desde los puertos venezolanos hasta las costas de África occidental. Pagando cupos a toda clase de delincuentes, la coca alcanza el Mediterráneo y llega a Europa. Cabello fue denunciado por ex miembros de su seguridad que ahora radican en Norteamérica.

Las conexiones de Pedro Castillo con los cocaleros también fueron visibles. En los consejos de ministros descentralizados, con la anuencia de su ex primer ministro Aníbal Torres, Castillo organizaba la guardia de la revolución al estilo maoísta. En ella confluían cocaleros, falsos ronderos, profesores del Fenate, mineros ilegales y antimineros, entre otros. Burlándose de todas las medidas de seguridad nacional, ronderos y cocaleros despachaban a su gusto en oficinas acondicionadas para ellos en Palacio de Gobierno.

Antes y durante las llamadas “tomas de Lima”, desde el Vizcatán, la camarada “Vilma” dio a conocer su respaldo a Pedro Castillo. Esto no es novedad para quienes saben cómo actúa el senderismo. Durante la época del terrorismo, los seguidores de Abimael Guzmán llegaban a los pueblos alejados y se presentaban como guardianes de la rectitud. Decían que después de destruir al capitalismo, imperialismo y burguesía construirían una sociedad en donde todas las inmoralidades serían extirpadas de raíz. Por esto, días antes de las elecciones del 2021, “Vilma” y su comando asesinaron a 14 personas (incluyendo niños) con el fin –según ellos– de “limpiar la zona de cuchipandas, prostitutas, parasitarios y ladrones”. Este acto tenía un claro significado político. El Militarizado Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso anunciaba su respaldo a Castillo. Obviamente, unos pocos –fuera de la órbita maoísta– entendieron el mensaje.          

No llaman la atención, entonces, los vínculos de Petro con algunos narcotraficantes que la fiscalía colombiana ha logrado investigar pacientemente. Son hechos demostrables, con pruebas difíciles de rebatir. El hijo del presidente colombiano –acorralado por los mensajes de texto, llamadas telefónicas y testimonios en su contra– se vio obligado a declarar contra su padre. La campaña por la presidencia de Colombia del ex terrorista del Movimiento 19 de Abril (M-19) había sido financiada con dinero proveniente de la coca. Por esta razón, meses atrás, sabiendo lo que vendría, Petro arremetió sin éxito contra el fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa. El intento de controlar la fiscalía para ampliar su poder político fracasó por la oportuna reacción interna y externa de la opinión pública contraria al comunismo. 

Petro descoloca a importantes figuras del progresismo y socialismo local, los que muy contentos aplaudieron su elección. Con Castillo hicieron lo mismo. No obstante, su cinismo para arreglarse el traje y quitarse el polvo no dejará de sorprendernos.  

En Chota y Celendín (Cajamarca) imperan la coca, amapola y lavado de dinero. El incremento del 124% de los campos de cultivo de hoja de coca es consecuencia del abandono de los bosques por parte de la autoridad, desde Humala hasta Castillo. El informe Mundial de Cocaína 2023 de las Naciones Unidas confirma que la cocaína en el mundo proviene principalmente de Bolivia, Colombia y Perú, espacios en donde el Foro de Sao Paulo pretende el control político total.

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