Edgar Allan Poe: Fundador y Maestro de la Narrativa Breve del Siglo XIX

Poe, según Poe.

El cuento (que ahora llamamos clásico) lo inventaron los norteamericanos. A comienzo del siglo XIX se vieron los primeros esbozos en dos relatos de Washington Irving escritos en 1820, “Rip Van Winkle” y “La leyenda del jinete sin cabeza”, y en “El joven Goodman Brown” (1835) de Nathaniel Hawthorne. Fue, no obstante, Edgar Allan Poe (1809-1849), quien personificó en sí al fundador, al estilista y al teórico de esta nueva forma de narrativa breve que desde entonces leemos con casi las mismas emociones que en aquellos tiempos.

Poe fue hijo de dos artistas de circo, que fallecieron pronto. Adoptado por un rico comerciante que se esmeró en darle buena educación, abandonó los estudios para ingresar en el periodismo a los veinticinco años. No tuvo éxito comercial con sus tres primeros libros que fueron de poesía, de modo que se interesó por la prosa. Empezó a publicar cuentos en diarios y revistas, hasta que ganó un primer premio, de cincuenta dólares, por su “Manuscrito hallado en una botella”. A partir de entonces publicó periódicamente cuentos, que forman el primer conjunto de su género reconocido en Estados Unidos y luego en el mundo como de obras maestras. Entre ellos están los renombrados “El gato negro”, “El corazón delator”, “La caída de la casa de Usher”, “El barril de amontillado”, “Los crímenes de la calle Morgue”, “La carta robada”, “La máscara de la muerte roja”, “El escarabajo de oro”, “El pozo y el péndulo”, “La verdad sobre el caso del señor Valdemar”, “El entierro prematuro”, entre otros.

En 1845, a fin de promover la venta de sus libros, Poe escribió una crítica anónima en la revista Aristedian, en la que elogiaba al autor y explicaba claramente su poética:

“El objetivo evidente y más destacado del señor Poe es la originalidad, ya sea de la idea, o de la combinación de ideas. Parece pensar que escribir es un delito si no tiene algo nuevo de qué escribir, o una forma nueva de escribir sobre algo viejo. Rechaza cualquier palabra que no contribuya a desarrollar el efecto. La mayoría de los escritores consiguen el tema primero, y escriben para desarrollarlo. Lo primero que busca el señor Poe es un efecto nuevo, luego un tema; esto es, un nuevo arreglo de la circunstancia o una nueva aplicación de tono con la que pueda desarrollarse el efecto. Y obviamente considera material legítimo lo que contribuya a que el efecto aumente”.

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