“CARPINTERO DE NIDOS”

Por Aydée Torres Mamani

Daniel Gallegos Esquivias, artista arequipeño con estudios en la Escuela Superior de Arte Carlos Baca Flor, ha presentado la exposición individual de escultura titulada “Carpintero de Nidos” en dos salas contiguas del Centro Cultural UNSA. Gallegos tiene numerosas exposiciones nacionales y fuera del país, participó en diversos eventos de gran importancia en Argentina, Uruguay, Brasil y México, y encuentros de arte en Ancash, Puno, y Lima. Su constante búsqueda e investigación en el arte produjo nuevas formas de uso y aplicación del ichu, como una crítica de la realidad.

En “Carpintero de nidos” nos encontramos con una lluvia de elementos tomados de la de naturaleza, paja o ichu, que forman desde el piso, las paredes, hasta las esculturas ubicadas en el centro de cada sala como protagonistas de este universo. Una de ellas es un traje vistiendo a unos troncos delgados: luce sola y algo quebrada, como queriendo partir de un estado de congelamiento. Un “abrigo” de paja y ramas delgadas, rodeada de nidos flotantes sugiriendo una presencia sonora de aves. Luego en la siguiente sala vemos un caballo, o más propiamente, un unicornio en ramas y troncos delgados caprichosos y largos; solo y quieto ligeramente quebrado con la cola baja, nuevamente congelado pero a instantes de emprender su viaje.

Así mismo se observa una especie de mariposas en la segunda sala, en frente suyo unos mini dibujos en el muro, pequeños cuadros con trazos en negro y fondo blanco con intervención de rama en blanco, acompañadas de otras pinturas o dibujos y esculturas al mismo tiempo, con motivos de ramas o troncos finos; otros de nidos, y unas gafas en líneas negras como si del artista se tratara, y nuevamente en fondo blanco. Luego vemos la constante más intensa que son los nidos. Una regadora-nido con huevos en blanco. Y finalmente dos grandes nidos desarrollados en el muro blanco, impones con sus formas caprichosas.

Lo más relevante de las primeras sensaciones cuálicas son las texturas, la aspereza de los tejidos de ichu y las ramas secas, un tejido natural y rítmico, un coro de sensaciones táctiles. Luego una sensación del color otoñal, y algunos pequeños trazos en negro y fondos en blanco, en general, a manera de atmosfera casi monocromática. Algunas formas parecidas a unos nidos hechos como nubes que flotan, otras de gran dimensión en el muro, de las cuales cuelgan finos ramas largas y secas, como lluvia de troncos finos; y los dos protagonistas que son una especie de abrigo de paja vistiendo un hombre flaco de troncos, sin rostro pero que sin embargo hace sentir su presencia.

En otra sala un unicornio en troncos finos y ramas finas en el centro que impone su presencia sobre un piso de paja seca. Puedo percibir al pisarlas un sonido lejano que me recuerda el campo bañado de hojas y ramas otoñales que al pisarlas se quiebran creando sensaciones sonoras, y finalmente el sonido interno del ambiente, creado en general como coros o cánticos de aves escondidas y misteriosas. No sólo es una experiencia escultórica tridimensional, sino también sonora y poética, que nos conduce al yo del artista.

La exposición es simplemente autentica, natural, un discurso sensorial que evoca y habla en silencio con la sonoridad de la sensibilidad, además de lo particular del material que es propicio e interesante. Una aplaude el manejo de la técnica del tejido con naturaleza muerta, que también es una evocación de nuestros ancestros y nuestras culturas vivas, que recrea el universo de a partir de esta materia aparentemente muerta, que a manera de la música es efímera, pervive en el inconsciente. Hay una música rítmica y melódica como el canto de las aves por nacer, de las que se fueron y las que están presentes en ese aparente silencio expresado en los nidos, esa presencia del yo, pero que también es momentáneo, expresado en el traje entero, un abrigo como una huella, vistiendo casi al que se fue. Es el poder volar sin alas sino con emociones, expresado magistralmente en un unicornio.  Las mariposas, sutil presencia. Todo ello es lo que me conmueve de este artista, esa mirada a un mundo nuevo y propio con una poesía multisensorial.

El ichu, la paja, siempre presente tejiendo en nuestros recuerdos en nuestras vivencias, cual ave artista en la naturaleza.

La obra de Daniel Gallegos es pues, ese viaje, ese vuelo a la sustancia del estar “aquí y ahora”, esa postura libre sin condicionamientos, esa poesía de lo efímero de la vida que es el tiempo, esa delicadeza de mariposas que se posan para luego alzar vuelo, dejando esa huella sutil en medio del aroma a hierba seca, como el hombre crea música en el alma, el hacedor carpintero de nidos donde reposan nuevas vidas.

Es un viaje a espacios y tiempos de la memoria y una reflexión sobre el ser y el estar; y sobre la necesidad de dar valor de la existencia, y de dejar una huella imperecedera con lo mejor que pueda uno dar al mundo.

comentarios en

  1. Felicidades. Que bueno que empiece a valorarse el arte local, pienso que debiera darse mayor difusión sobre todo en el ámbito formativo escolar. Que los niños y jóvenes se formen en la trascendencia, que para ello el arte es buen camino.
    Gracias Daniel.

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