Por: Christian Guzmán

En medio de la actual recesión económica en nuestro país, es esencial fomentar el desarrollo económico en todos los sectores. Para lograrlo es crucial implementar una serie de reformas que eleven los niveles de libertad económica.

Esto no solo está en línea con las libertades establecidas en la Constitución Política del Perú, sino que también resulta eficiente para estimular tanto la inversión nacional como extranjera.

En este contexto, una mayor inversión privada conduce a ingresos fiscales más robustos. Estos, a su vez, posibilitan una mayor inversión pública en áreas clave como salud, educación, infraestructura y vivienda.

Esta inversión social genera mejoras en la inversión privada, contribuyendo significativamente a la reducción de la pobreza y la desigualdad. Así, se crea un ciclo de retroalimentación positiva cuando se implementan las políticas adecuadas.

En primer lugar, es necesario abordar la complejidad excesiva en la obtención de permisos, especialmente en sectores críticos como la minería.

Simplificar los procesos administrativos y avanzar en la mejora de los procedimientos, junto con los avances en impacto regulatorio, son pasos esenciales.

Además, es crucial establecer mecanismos efectivos para asegurar que los beneficios de la inversión privada lleguen a todas las comunidades, reduciendo los conflictos sociales mediante el diálogo y políticas sostenibles. Esto, a su vez, contribuirá al desarrollo económico y a una considerable mejora en el bienestar social.

Sin embargo, la gestión pública en nuestro país sigue siendo insatisfactoria. Por lo tanto, no solo debemos fomentar la inversión privada, sino también la inversión pública, donde actualmente estamos rezagados.

Es imperativo abordar sectores que han ejecutado un porcentaje reducido de su presupuesto hasta la fecha, lo cual afecta a todos los niveles de gobierno.

En consonancia con las reformas propuestas, es necesario mejorar la prestación de servicios públicos y aumentar la inversión social. Este enfoque generará una retroalimentación positiva, impulsando un crecimiento económico sostenido y reduciendo la desigualdad social de manera significativa.