Las afiliaciones como tácticas en los ‘papers’

Por Rubén Quiroz Ávila

REFLEXIONES

Las afiliaciones que los autores colocan en los papers son la afirmación explícita y pública que los relaciona con un ente académico, por lo tanto, asumen que hay algún tipo de vínculo con la organización que citan. Esta referencia es fundamental, ya que las bases de datos registran esa información para hacer que los algoritmos reconozcan la cantidad de la producción de documentos científicos.

Es así como, por ejemplo, se puede contabilizar anualmente lo publicado en revistas. Esta es una forma directa y clara de que la investigación llevada a cabo involucra recursos de la organización que han sido usados con esos fines por los autores. Es consistente en tanto la institución ampara y promueve la investigación y esta se expresa, en una de sus consecuencias, en documentos científicos verificados en revistas de algún tipo de impacto. De ese modo, se calcula la cantidad de papers producida por una institución en un período y este resultado se incorpora en los rankings que reconocen ello como factor de medida en la carrera por mejores puestos en la tabla.

Sin embargo, para acelerar la producción, algunas universidades crearon un tarifario. Es decir, le pusieron un precio al documento científico publicado en las revistas. El concepto de incentivar con dinero directamente a contraentrega del paper parecía un gesto de buena voluntad que podría beneficiar a los que directamente creaban conocimiento. Pero si esto se hacía sin haber asegurado primero los controles de integridad científica, lo que iba a suceder era una maratón desmedida, febril, falaz, por publicar para ganar dinero contante y sonante. Es decir, el fin ya no sería el axioma fundamental y moral de ampliar el conocimiento humano, sino concebido más bien como un simple y pedestre flujo de caja. Y, por lo menos, en parte, ha sucedido ello. Es más, sigue sucediendo impunemente.

¿Y cómo lo hacen? El avaricioso investigador, calculadamente, va publicando con diferentes afiliaciones, la mayoría de las veces en coautoría; esto para tener mayor margen de acción en cantidad producida. Se van turnando hasta el orden de las autorías. Recordemos que cada institución paga por el artículo publicado y este ya tiene un monto definido. Entonces, van publicando para diferentes entidades y, a cada una de ellas, les cobran. Por eso van a encontrar que estos aviesos colocan la afiliación a mansalva, sin pudor, según sus propios cómputos mercantiles. Así van publicando y cobrando a múltiples instituciones a la vez, aunque esto no haya significado ninguna relación sólida y real preocupación por la investigación. Felizmente, hay universidades que han previsto ello o reaccionado para desterrar estas malas prácticas. Creo que mientras siga esta crítica situación de un tipo de fraude científico, solo debe contabilizarse temporalmente una sola institución por autor.

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