Los “ninis” en Arequipa: jóvenes que no estudian ni trabajan, tampoco son atendidos

Por Claudia Benavides, Investigadora Principal de Videnza Consultores

VIDENZA INFORMA

Uno de los grandes desafíos de la gestión pública actual en el Perú, es el crear un entorno favorable para la formación de capital humano que contribuya al desarrollo de las personas, sus hogares, comunidades y ciudades. Son diversos los problemas que afectan a los ciudadanos, limitando sus oportunidades, como el de acceder a un empleo decente, o el de emprender productiva y rentablemente, así como el acumular ahorros, recursos financieros y activos, o simplemente el poder acceder a una educación de calidad en todos los niveles; entre otros.

Los jóvenes particularmente se encuentran en situación de vulnerabilidad, observándose con preocupación el alto número de aquellos de entre los 15 y 29 años, que no se encuentran estudiando ni trabajando (ninis). Así, si a esta situación, se le suman los altos índices de criminalidad, no es de extrañar el encontrar un fuerte vínculo de los ninis con la delincuencia, contribuyendo a la generación de condiciones inestables que, al disuadir a la inversión de las empresas, afectan la creación de nuevas oportunidades.

El departamento de Arequipa no es ajeno a esta problemática, pues presenta altos niveles de jóvenes ninis. En el 2022, según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del INEI, se registró que el 19.5% de los jóvenes arequipeños son ninis. En esta línea, es interesante notar, que está cifra es ligeramente inferior a las registradas en el 2021 (20.8%), y a las alcanzadas en prepandemia (19.6%), pero no muestra mejoras a pesar de que Arequipa es uno de los departamentos que reportó menor incidencia de pobreza en el 2022. En ese sentido, posiblemente los jóvenes arequipeños aún se encuentran afectados negativamente por las restricciones y medidas implementadas durante la pandemia, pudiendo reflejar un efecto permanente en el 28.9% de ninis registrados en el 2020, ya sea por la interrupción de la escolarización, o las pocas oportunidades en el mercado laboral.

En esta misma línea, una dificultad que suelen afrontar los jóvenes, y especialmente si provienen de un entorno de pobreza, es la transición de la educación secundaria a la educación superior. En Arequipa, el 42% de los estudiantes lograron dicha transición en el 2022, pero no todos culminarán con éxito dicha etapa, considerando que el 12.6% de los jóvenes arequipeños menores de 30 años desertaron de las universidades, y un mayor porcentaje no culminó la educación superior no universitaria (43%), reflejando el poco acceso a la educación de calidad.

De allí, la importancia de plantear medidas de política que contribuyan a proveer un mejor entorno para los jóvenes, diseñando e implementando servicios que coadyuven en la culminación de sus estudios, tanto de educación básica y superior, y su adecuada inserción al mercado laboral.

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