Lo que la democracia esperaba de Maduro

Por: Carlos Meneses

No hay mal que dure 100 años ni país que lo resista. Esperamos que venga lo mejor para una nación que se ha empobrecido al máximo extremo.

La democracia esperaba de Nicolás Maduro un pronunciamiento categórico a favor de elecciones libres para garantizar el deseado desarrollo de una nación que se debate entre el caos y la desesperanza. Lejos de ello, el dictador venezolano volverá a las andadas que caracterizaron al régimen impuesto por el fallecido presidente Chávez y ahora ha llegado al extremo de invocar el favor de Dios para lograr sus malvados propósitos de mantenerse en el poder contrariando voluntades y votaciones.

Resulta ser una lástima la respuesta que él ha dado a todos los afanes que la oposición ha planteado para garantizar la emisión de votos libres, la elección de un gobierno que estabilice la economía y que, además, no sea perturbador de la paz en América Latina.

Algún día volverá el derecho del pueblo venezolano a elegir libremente a su gobernante. No hay duda alguna de que será un sistema diferente al que se ha impuesto y que perturba a quienes están a su alrededor como naciones.

En Venezuela se va a consumar, una vez más, no la imposición de los votos sino el desconocimiento de realidades y se seguirá el camino equivocado que tiene la Cuba de los Castro, que amenaza la paz continental, por las pretensiones de extender fronteras para traer con ello conflictos extracontinentales que intimiden con guerra territorios antes pacíficos y lejanos de la barbarie.

El desconocer la realidad venezolana es una nueva infamia del régimen de Maduro que la democracia americana debe rechazar y detener, pues el mal ejemplo puede cundir y la dictadura de Maduro no solo puede continuar en Venezuela sino extenderse por naciones que ya han conocido migraciones masivas de sus habitantes, muchos de los cuales son elementos mal sanos que tenemos en Colombia, Perú y países vecinos.  

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