¿Humanidades o carreras STEM?: Hacia un diálogo necesario
Por Luciana Salinas Álvarez
¿Deben las humanidades ceder ante la supremacía de las carreras STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics) en la sociedad contemporánea? Este debate refleja una lucha constante en la educación y el mercado laboral, especialmente en contextos como América Latina, donde la prioridad económica parece opacar la relevancia de las humanidades. Sin embargo, ambas disciplinas son esenciales para enfrentar los desafíos globales. Este ensayo sostiene que la colaboración interdisciplinaria entre las humanidades y STEM es crucial para un desarrollo equilibrado y sostenible.
La rivalidad entre humanidades y STEM tiene raíces históricas. Desde la Revolución Industrial, las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM) se posicionaron como motoras del progreso económico. Por otro lado, las humanidades se remontan a las enseñanzas de los filósofos griegos, quienes integraban ética, estética y lógica con las ciencias naturales (Nussbaum, 2016). En su visión, el conocimiento era una totalidad, no una competencia.
Esta fragmentación comenzó con la especialización académica en el siglo XIX, donde las disciplinas científicas adquirieron una identidad propia y comenzaron a recibir mayor financiamiento y prestigio. Sin embargo, hoy más que nunca necesitamos rescatar esa visión integradora para responder a problemas complejos, como la crisis climática o los dilemas éticos en biotecnología e inteligencia artificial (Morales, 2021).
Las STEM se centran en habilidades cuantitativas, resolución de problemas técnicos y desarrollo de tecnologías aplicadas, mientras que las humanidades promueven el pensamiento crítico, la empatía cultural y el análisis cualitativo. Sin embargo, estas disciplinas convergen en áreas clave. Por ejemplo, los algoritmos que sustentan la inteligencia artificial requieren un diseño ético que evite sesgos, lo cual involucra a ambas áreas. Asimismo, la narrativa y el diseño creativo, componentes centrales de las humanidades, son fundamentales en videojuegos educativos y simulaciones tecnológicas (Anderson, 2020).
En este contexto, ambas disciplinas enfrentan desafíos comunes, como la lucha contra la desinformación y el impacto de la automatización en el empleo. La integración de perspectivas tecnológicas y humanísticas puede ofrecer soluciones más completas y sostenibles.
La bioética es un campo donde las humanidades desempeñan un rol indispensable. Temas como la clonación, el uso de embriones en investigaciones o la inteligencia artificial en la salud requieren marcos éticos sólidos para garantizar decisiones justas y humanas. Según la UNESCO (2023), los avances científicos deben estar guiados por principios éticos que salvaguarden la dignidad humana. Además, las humanidades contribuyen al desarrollo de habilidades blandas esenciales en entornos tecnológicos y biomédicos, como la comunicación científica efectiva. Esto resulta vital en contextos de crisis, como la pandemia de COVID-19, donde la divulgación clara y ética de información salvó vidas.
En América Latina, la prioridad económica otorga mayor relevancia a las STEM debido a su impacto inmediato en el mercado laboral. Sin embargo, esta visión limita a las nuevas generaciones, reduciendo la educación a un medio para obtener empleo y descuidando la formación integral que ofrecen las humanidades (Morales, 2021).
La reducción de las humanidades al ámbito académico ignora su capacidad para construir sociedades más justas y éticas. Los aportes intangibles de estas disciplinas, como la capacidad de analizar críticamente las estructuras sociales, son fundamentales para enfrentar desigualdades y promover la inclusión cultural.
Países como Finlandia han implementado modelos educativos que integran humanidades y STEM, logrando resultados innovadores. Por ejemplo, en proyectos de inteligencia artificial, equipos interdisciplinarios han desarrollado algoritmos inclusivos que respetan la diversidad cultural (Anderson, 2020).
Este enfoque promueve la colaboración en lugar de la competencia, permitiendo que ambas áreas se complementen. Diseñar un currículo que fomente la interdisciplinariedad es clave para formar profesionales capaces de abordar los desafíos del siglo XXI desde múltiples perspectivas.
Replantear la relación entre humanidades y STEM no es solo una cuestión educativa, sino una necesidad social. La colaboración interdisciplinaria puede garantizar un desarrollo tecnológico ético y un progreso social inclusivo. Es momento de reestructurar los sistemas educativos y laborales para que ambas disciplinas trabajen juntas, no como rivales, sino como aliadas en la construcción de un futuro sostenible.
(Escuela de Literatura y Lingüística, UNSA)