Rusia, la OTAN y la seguridad global
Por: Christian Capuñay Reátegui
REFLEXIONES
Desde una perspectiva occidental, la guerra entre Rusia y Ucrania es el resultado de la ambición de Vladimir Putin de reconstruir la influencia de su país, especialmente en el área que estuvo bajo dominio de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El líder ruso, además, es retratado como un gobernante autoritario, represivo, refractario a valores democráticos y poco tendiente al diálogo.
Es posible cuestionar este enfoque, sobre todo si consideramos otros factores que también juegan un papel fundamental en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Por ejemplo, podríamos tener en cuenta el papel que ha jugado la OTAN en esta crisis. Desde la década de 1990, la alianza occidental se ha expandido hacia el este, incorporando a países que formaron parte de la URSS o que estuvieron bajo su ámbito. Desde la perspectiva de Moscú, tal expansión no solo ha significado la pérdida de su área de influencia, sino también una amenaza directa a su seguridad. Dicha percepción ha sido en definitiva un factor crucial en la escalada de tensiones.
Es fundamental preguntarnos si es imprescindible que la OTAN siga creciendo hasta casi llegar al borde de las fronteras rusas y que instale allí bases militares o misiles de mediano alcance. George F. Kennan, influyente diplomático estadounidense ya fallecido, escribió en 1997 que la expansión de la alianza hacia el este era un error estratégico, pues alimentaría el nacionalismo y el militarismo ruso. ¿Es esta expansión necesaria para la seguridad global o, por el contrario, ha generado más desconfianza y desestabilización? Si bien los Estados son soberanos y pueden actuar en función de sus objetivos ¿qué argumentos justifican la urgencia de incorporar a Ucrania en la OTAN desde una perspectiva de seguridad?
En la crisis de los misiles, en los años 60 del siglo pasado, Estados Unidos no permitió la instalación de misiles soviéticos en Cuba por obvias y justificadas razones de seguridad. ¿Por qué ahora Rusia debería aceptar una amenaza similar sin reaccionar?
Por sus consecuencias nefastas, toda guerra representa un fracaso absoluto y una vergüenza para el género humano. La crisis de Rusia y Ucrania, aunque impulsada por diversas causas, entre las cuales se incluyen eventos significativos, como la anexión de Crimea en el 2014 y los enfrentamientos en el Donbás, pudo haberse evitado si se hubieran considerado las exigencias de ambos países y si se hubiera llegado a un punto medio.
El multilateralismo no debería ser solo un ideal proclamado en foros internacionales, sino también una práctica efectiva para mediar en conflictos globales. La crisis entre Rusia y Ucrania demuestra que cuando no se escuchan las preocupaciones legítimas de todas las partes, las tensiones escalan con consecuencias devastadoras. Se debió priorizar el diálogo y la diplomacia sobre las rivalidades y las tensiones geopolíticas.