NO SOMOS SERES DE ESTRÉS (2° parte)

Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.

Por increíble que parecieran las cosas, el estrés es el responsable del debut más temprano de muchas enfermedades que probablemente bajo otro sistema de vida nunca hubiésemos llegado a desarrollar.

HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

Somos entonces responsables de nuestras propias enfermedades. No solo por haber adquirido hábitos nocivos de alimentación sino por permitirnos darnos ese “lujo” llamado estrés. Lamentablemente asumimos el “estrés” como algo normal y cotidiano cuando ni es normal ni debiera de ser cotidiano. Elegir vivir en el torrente del estrés nos va a enfermar, dañar y limitar, no solo en el aspecto físico sino también en el emocional.

Actualmente las enfermedades emocionales cobran una importancia capital no solo en refrendar los daños causados por el estrés crónico y agravar la evolución y pronóstico de las enfermedades antes detalladas, sino también por el hecho de ser hijas de la incapacidad de solucionar los conflictos diarios asumidos por la cultura del estrés.

Y no solo los órganos y sistemas antes descritos se ven afectados por esta plaga de desadaptación del ser humano. Enfermedades como el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoidea y otras enfermedades del tejido conectivo deben su aparición más temprana y su desarrollo tan violento a un estado de estrés constante asociada a una pobre activación de nuestro sistema de defensa, uno de los principales nexos entre el estrés y el desarrollo de una serie de enfermedades que lastiman y dañan al ser humano.

La proclividad a las enfermedades de corte infeccioso, el desarrollo más frecuente de alergias y el progresivo deterioro de nuestras capacidades mentales no son solo el fruto de esta epidemia sino la suma de una serie de actos que llevamos a cabo con la finalidad contradictoria de dañar nuestra salud.

Todos queremos estar sanos, pero hacemos todo lo posible, muchas veces de modo inconsciente, para enfermarnos.

Alcanzar un equilibrio interno y externo es una prioridad capital en el siglo XXI, no podemos seguir viviendo en este medio agreste que nos promete sueños basados en pies de barro, realizaciones breves y sufrimientos a largo tiempo.

Cada uno de nosotros somos artesanos de nuestro propio existir, decidimos con cada acto lo que ha de ser no solo nuestro presente sino hasta nuestro más remoto futuro. Decisiones tomadas el día de hoy pueden afectar de modo capital nuestro estado de salud muchos años después.

Apartarnos del estrés es una obligación que debemos cumplir severamente. Valorar un estilo de vida apartado de los excesos de exigencia de la sociedad actual es una prioridad que no podemos dejar de lado.

Hemos vivido más de un millón de años en las circunstancias climáticas más extremas, con los desafíos naturales más significativos y hemos salido adelante. Ahora también lo haremos, pero eligiendo un camino distinto al elegido por la mayoría de la gente en las últimas décadas.

Tenemos todas las capacidades de sobrevivir ante los embates de la naturaleza, pero no tenemos la capacidad de sobrellevar las exigencias de un estilo de vida humano agobiante, asfixiante y destructor que a diferencias de los actos de sobrevivencia previos reportados en la historia no tienen nada que ver con una mejor calidad de vida sino con el desarrollo de una mayor fortuna en un planeta que está llorando la agresión constante del ser humano a cada uno de sus bienes.

Cada uno de nosotros somos seres consientes que podemos apreciar y valorar que el modo de vida actual no sólo está destruyendo nuestra capacidad de soñar y de realizarnos plenamente, sino que está destruyendo todo. El estilo de vida actual, canibalesco desde muchos puntos de vista, busca la entrega total del ser humano. Para este sistema la familia, los hijos y los sueños son solo excusas en las cifras de rendimiento diario. Este sistema solo te valora en la cima de tus capacidades mentales y físicas, cuando estas decaen pasas a ser un estorbo, un ser que ya no merece su atención.

Claro, cuando dejamos de ser importantes para el sistema somos sólo una carga, muchas veces abandonada por los seres que antes nos querían (y a quienes ya habíamos abandono inconscientemente en el pasado), abandonados por una única y sencilla razón: le dimos nuestra vida al sistema.

El estrés mata. Nuestras vidas están en juego. Nuestro futuro es prometedor. No nos dejemos ganar por las promesas de oro del sistema que como nos da nos quita. Somos seres humanos pensantes y que sabemos que la mayor alegría es en ser uno mismo y en compartir.

No somos seres que huyen de sí mismos, seres adentrados en los territorios del dolor no constructivo; somos seres que hemos aprendido que no pueden enfermarse por vivir en el mítico pasado o por añorar el vano futuro. Somos seres que valoramos el día de hoy como lo más importante que existe, pero sin descuidar la ejecución plena de nuestro proyecto de vida.

Nuestra esperanza se basa en ver lo que demás no quieren ver y en sentir en primer lugar nuestro mundo interior y en disfrutar luego las creaciones físicas y humanas.

Nuestro valor está en el auto aprendizaje, en aceptarnos tal y cual somos y tratar cada día de ser mejores sin que eso signifique desvalorar lo que ayer fuimos, ya que aquel que reniega de sus bases, de su familia, de sus amigos y de las experiencias del pasado lo único que aportará a su breve existencia son látigos de ineficiencia y pantano de la mediocridad.

Recuerda: nuestra vida no sería lo maravillosa que es en el presente sino hubieran existido todos esos eventos vitales que se denominan nuestra historia.

Las heridas emocionales nunca serán feas cicatrices en el rostro para aquellos que valoran su vida. Las heridas emocionales son marcas claras del camino que nos enseñan lo valerosos que hemos sido para seguir caminando cuando otros ya han detenido sus pasos.

Cada obstáculo que hemos superado nos ha hecho madurar, nos ha hecho comprender que si podemos hacer realidad aquello que nos hemos propuesto. Si no hubiera obstáculos en el camino es como si no hubiera rosas en los jardines; cada obstáculo es una oportunidad más para alcanzar fortalezas y destrezas, cada nueva rosa en el jardín de la vida es una nueva oportunidad para contemplar una bella creación de Dios.

Somos el fruto de la realización diaria. Somos la luz que ha nacido de los problemas resueltos y de los nuevos sueños que se crean en nuestra mente. Somos los profetas de este nuevo tiempo, profetas de esperanza nacida de nuestro respeto más profundo por cada acto que llevamos a cabo y por la comprensión constante que le damos a nuestra razón cada vez que cometemos un error y que deseamos corregir.

Deja un comentario