ESO NO ES UNA RESPUESTA

Por Úrsula Angulo
La ausencia de una respuesta es ya tan común que nos lleva a asumir un no; es decir, si no nos responden, asumimos que nos quieren decir que no. Que no repararán la conexión eléctrica, que no cortarán el césped de tu jardín, que no entregarán el mueble de madera en la fecha acordada, que mañana no empiezan a pintar tu casa, que no enviarán el presupuesto, que no entregarán a tiempo el artículo para publicar el jueves (no es este el caso, por supuesto).
Primero, debemos cumplir siempre con nuestra palabra: sin firma ni huella digital, sin promesas ni juramentos, sin testigos ni notarios públicos que den fe. Si aceptamos una responsabilidad, no hay marcha atrás; el tiempo no trae olvido, más bien, trae diligencia, presteza y esmero. Sin importar los días y las noches que pasan desde nuestro “sí, acepto [mi responsabilidad]”, nuestra palabra no se la lleva el viento, no se desvanece, no se desintegra. Ya dimos nuestra palabra, nos queda cumplir.
Ahora, tú que asientes la cabeza a manera de darme la razón y que dices en tu mente: “¡Eso! ¡Por qué no cumplen, caramba!”, tú que destacas en tu oficina por ser puntual y confiable, ¿será que no respondes al mensaje de WhatsApp en ese grupo de amigos en el que te preguntan con palabras, emojis y stickers si vas el sábado a la parrillada con la intención de que asuman que no vas a ir?
Porque aun cuando son amigos o familia, y no trabajo, corresponde dar una respuesta. Tengamos en cuenta que podemos elegir no ir a lo que sea que nos hayan invitado, y sin excusas demos una respuesta concreta: “No voy a ir porque tus fiestas son reaburridas”. Mejor no. Pero sí busquemos otra respuesta, sin inventos y con sinceridad.
Volviendo a las cuestiones laborales, si algo verdaderamente urgente ha ocurrido que te dice que, quizá por primera vez en tu vida, no cumplirás el plazo, pues valientemente responde o, mejor aún, llama tú primero y da esa explicación real, responsable.
Esa respuesta que no se da y que parece verse flotando entre satélites de comunicación celular es simplemente la elusión de una responsabilidad y, quizá, algún temor; más bien, temor a qué, eso solo lo sabe quien, sin pensarlo dos veces, decide olvidar que había que responder.
Vamos, hagamos siempre lo correcto. El no dar respuesta no es respuesta. Enseña con el ejemplo, a tus hijos, a quien sea que pueda aprender un trocito de lo que es apropiado.