VITAMINA B DE BONDAD

Por: médico psiquiatra Juan Manuel Zevallos Rodríguez. – Magíster en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
Uno de los mayores dones del ser humano es el don de la bondad. Cada día, al recorrer las inhóspitas calles de nuestra discreta ciudad contemplo, sin mucho esfuerzo, infinitas manifestaciones de bondad.
HOY CONOCÍ EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Creo, sinceramente, que nuestra existencia como especie dominante en el planeta no hubiera sido posible si no existiera en cada célula de nuestro cuerpo una dosis importante de vitamina B de BONDAD.
A veces me pregunto ¿cómo no creer en el amor de Dios al contemplar a un niño que ayuda a cruzar una calle a un anciano?, ¿cómo no creer en el amor de Dios cuando veo a tanta gente maravillosa auxiliando sin resquemor alguno a un doliente, aun poniendo en riesgo su propia vida?, ¿cómo no creer en el amor de Dios cuando contemplo simplemente a un niño ayudando con su tarea en cualquier pequeña escuela de nuestra nación?, ¿cómo no creer en el amor de Dios cuando escucho el diálogo de dos maestras y descubro en ese diálogo el amor pletórico que cada una de ella tiene por sus estudiantes?, ¿cómo no creer en el amor de Dios si veo las caricias eternas de una madre en el rostro cansado de un hijo que ha perdido el trabajo?
La vitamina B de bondad es útil, necesaria y hasta indispensable en cada centro de trabajo. Yo me pregunto ¿qué sería de cada empresa, fábrica o pequeño emprendimiento sino hubiera dosis importante de bondad entre sus trabajadores, yo me pregunto, cómo sería ese ambiente laboral si no hubiera muestras de comprensión y solidaridad entre sus integrantes, y yo me pregunto, ¿solo con dinero y buena voluntad se puede construir un sueño? En verdad la bondad que habita en cada parte de nuestro ser ayuda a que todo aquel que nos rodea cada día sea mejor.
Yo creo firmemente que cada ser de la tierra tiene capacidades desarrolladas (antes llamadas virtudes) y capacidades en proceso de desarrollo (antes llamadas “equivocadamente” defectos), y que las capacidades en proceso de desarrollo se nutren de la bondad de la gente, de la bondad de la enseñanza, de la hidalguía de la educación; y que cada capacidad desarrollada que tenemos es un instrumento para dar y mostrar sin retribución alguna la vitamina eterna de BONDAD.
Alguna vez alguien me dijo “que piense mal de la gente y que de seguro acertaría”. Quise hacer aquello que me dijeron, pero, les soy sincero… No pude. No pude porque yo creo en la bondad de la gente, creo en las buenas intenciones de los actos de las personas que me rodean, creo que todos aquellos que me rodean están ahí por dos razones: para enseñarme algo que no se o para alegrarme. Sinceramente, creo que poca gente en el mundo es mala, ciertamente, pero no por creer fielmente en ello voy a vivir asustado, temeroso, receloso y desconfiado.
Cada día al levantarme, respiro, rezo y doy gracias a Dios por darme el milagro de la vida. Luego agradezco por todo aquello que tengo, por las amistades que voy desarrollando y por las caídas que enfrentare en mi proceso de desarrollo personal. Cada día me aferro a los vientos fuertes de la bondad y cada día me aferro a las pruebas de la vida, con una sonrisa y un gracias a Dios.
Quizá muchos de ustedes no crean en las maravillas de la vitamina B de Bondad, pero quiero decirles que, aunque no crean en ella, la experimentan y la sienten en cada acto de su vida. Cuando duermen a sus horas y cuando se alimentan expresan actos de bondad con vuestro propio ser, cuando tienen un detalle con algún ser querido expresan vitamina B de Bondad, cuando se compran algún bien personal para su satisfacción se expresa la vitamina B de BONDAD y cuando ayudan a alguien desde la manera más sencilla hasta la más compleja experimental la vitamina B de Bondad.
Aquel que a diario vive con la estela de la vitamina B de BONDAD aleja de sus pasos la amargura de la vida y se nutre de la savia de la más humilde muestra de felicidad.
Quiero contarles un hecho histórico que de seguro los invitará a reflexionar sinceramente sobre la naturaleza de la BONDAD. Hace algunos miles de años, durante la época de las glaciaciones la población humana disminuyó a unos cuantos miles, estamos casi condenados a la extinción, y si no hubiera sido por la actitud llena de bondad, solidaridad, compromiso social, empatía y fe de aquellos pocos miles de cro magnon hubiéramos desaparecido como especie del planeta.
Cada uno de los ocho mil millones de seres humanos que habitan este pleistoceno son hijos de aquellos pocos seres humanos que sobrevivieron a la edad de hielo. Cada uno de los ocho mil millones de seres humanos que habitan este pleistoceno tienen en su ADN muestras imperecederas de BONDAD.
Pero, ha pasado el tiempo y a veces olvidamos lo que somos y buscamos ser algo distintos. En vez de buscar la bondad entre los niños buscamos la guerra, el conflicto y el rechazo entre ello; en vez de buscar el dialogo entre adolescentes echamos leña a la falsa competitividad y generamos rivales donde antes había amigos. En vez de generar confían en las relaciones interpersonales muchos buscan generar la discordia olvidando, que la vitamina B de BONDAD siempre acabara fluyendo por nuestras venas en los momentos más difíciles de nuestra existencia.
La BONDAD siempre será la primera de nuestras capacidades y estará siempre por encima del egoísmo y vanidad. En días previos al nuevo lanzamiento de la película Blancanieves de Disney yo invitaría a que cada miembro de familia se acerque al espejo que haya en la habitación y le pregunte ¿espejito, espejito, quién es la persona más buena?, ¿espejito, espejito, cómo puedo ser cada día mas buena?, ¿espejito, espejito, cómo puedo ayudar más a mi prójimo, a mi familia, a mi comunidad?
No podemos dudar de nuestra esencia, no debemos dudar en que somos muy buenos, buenos para ayudar a todos aquellos que nos rodean, buenos para comprender y perdonar.
Debemos vivir plenamente, debemos vivir de una única manera, con la vitamina B de Bondad.
Hace muchos siglos Confucio dijo “¿en qué consiste la bondad? En amar a todos los hombres”. El mayor acto de bondad se halla en algo quizá muy difícil en amar a todos aquellos que nos rodean independiente de cuan desarrolladas estén sus capacidades, de amar a todos aquellos que nos rodean independientemente de todo aquello que un día hicieron para dañarnos.
Pero aquel que se ama plenamente sabe que siempre se equivocará y que aquellos que le rodean siempre se equivocarán, voluntariamente o involuntariamente y sabe que no puede juzgarlos, solo amarlos por lo que son: “GENTE MARAVILLOSA”