Los de abajo

Por Willard Díaz

UNO

Cuando Mariano Azuela, tras la derrota de las fuerzas de Pancho Villa, del cual era partidario, huyó apresuradamente a El Paso, en la frontera con Estados Unidos, llevaba consigo solo los apuntes de varios relatos sobre su experiencia como médico de campaña y partícipe de la Revolución Mejicana. En Texas les dio forma y publicó por partes la que sería su novela más conocida, “Los de abajo”. Quince años después, recordando esos días, escribió: “Cuando los entregué a El paso del Norte, de El paso, Texas, me ofrecieron diez dólares semanales durante el tiempo que durara su publicación en el folletín. Jamás en mi vida he saboreado dinero como aquel”.

DOS

Azuela nació en un pueblo pequeño de Jalisco. Su padre lo llevó a estudiar en el Seminario de Guadalajara, pero en vez de cura, Mariano escogió ser médico (“¿Por qué medicina? Es uno de los enigmas de mi vida que nunca he logrado descifrar”). Hombre prolífico, en 1900 se casó, con el tiempo tuvo diez hijos: cinco mujeres y cinco varones; y escribió casi treinta novelas, varios cuentos y más libros de ensayo. En total cerca de cien obras.

TRES

“Por lo que a mí atañe, la mayor parte de mis novelas fueron escritas primero como practicante interno en un hospital y posteriormente en el ejercicio activo de mi profesión de médico. Por algún tiempo temí que el novelista parásito acabara devorando al profesionista; pero afortunadamente mis novelas no me han dado nunca ni para el desayuno y dejé la profesión hasta que los muchos años me obligaron a ello. Ahora sería —de quererlo— exclusivamente escritor, pero tampoco lo soy porque ejerzo la profesión de encuadernador lírico: después de haber terminado la encuadernación de todos los libros de mi biblioteca he seguido con la de uno de mis hijos, y no estoy poco satisfechos de ello, pues me asegura que soy mejor encuadernador que novelista”.

(Azuela, “Novela y autobiografía”, 1949).

CUATRO

Por mi parte, pienso que era mejor ensayista que novelista, salvo por “Los de abajo”.

CINCO

Según Emmanuel Palacios, “La resonancia literaria de Los de abajo, sus repercusiones en la novelística actual, su significación en el panorama de las letras de América, no han bastado para rendir a algunos de esos rigurosos críticos mexicanos, en contraste con los de otras latitudes que reconocen en Azuela, a uno de los novelistas más pujantes de México. ¿Quizá se deba esto a la posición que adoptó siempre frente al fenómeno literario, la que contrasta con el concepto que de éste tienen quienes le escatiman su reconocimiento? Porque don Mariano ha declarado expresamente cuál es su actitud de escritor: ‘Yo –dice– escribo para el gran público y no para los selectos, prefiero ser leal con los míos a dar gato por liebre’”.

SEIS

En 1965 aparecieron en las calles de Arequipa una decena de libritos de pobre edición, mal papel, pero muy baratos: los famosos “Populibros”. Se vendían en los quioscos y en el suelo. Tuvimos oportunidad, con todo, de leer algunas obras famosas cuyos nombres conocíamos pero que no hallábamos en nuestras bibliotecas: “Guerra del tiempo”, “Los campesinos”, “El americano feo”, y también novelas de los nuevos escritores peruanos: “Piel de serpiente”, “No una sino muchas muertes”, “Taita Cristo”, “Lima en rock”.

Este proyecto de divulgación masiva de literatura lo ideó Juan Mejía Baca y lo dirigió el novelista Manuel Scorza. Llegaron a vender, se dice, un millón de libros, aun en medio de un sabroso escándalo nacional.

Uno de los primeros títulos de “Ediciones Populares” fue “Los de abajo”, de Mariano Azuela. Ahí conseguí mi ejemplar.

SIETE

“Alberto Solís, con fácil palabra y acento de sinceridad profunda, lo felicitó efusivamente por los hechos de armas, por sus aventuras, que lo habían hecho famoso, siendo conocidas hasta por los mismos hombres de la poderosa División del Norte.

Y Demetrio, encantado, oía el relato de sus hazañas, compuestas y aderezadas de tal suerte, que él mismo no las conociera. Por lo demás, aquello tan bien sonaba a sus oídos, que acabó por contarlas más tarde en el mismo tono y aun por creer que así habíanse realizado”.

(“Los de abajo”)

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