VITAMINA V DE VIDA

“Hoy vamos a conversar del libre albedrío, de la voluntad personal que goza cada uno de ustedes para decidir por aprender o para ignorar.

Por Juan Manuel Zevallos – Psiquiatra

La libertad es un bien humano que nos permite construir o destruir y se basa en el arte de saber decidir. La libertad es un principio de la vida que se proyecta a través del desapego y que se hace realidad a través de la verdad y del compromiso con aquello que hacemos a diario.

Cada uno de ustedes en verdad “no es dueño de nada” y solo tienen libertad para poder temporalmente acoger bienes y personas en su entorno. Consecuentemente, sería bueno dejar de tener miedo a la pérdida, dejen de tener miedo a desprenderse de algo. ¡Desarrollen la idea del desapego como un hábito trascendente que nutre la mente del zumo de la vida!

Aquel que vive atado por sus necesidades vive esclavo de ellas y subsumido en un estado de sufrimiento. ¡Dejen de sufrir! Dejen de pensar en aquello que tienen o en aquello que no poseen. Siéntanse felices por lo que son y por todos aquellos bienes personales que poseen y que reciben un hermoso nombre:” Capacidades”.

En la vida todo es hermoso y no hay lo correcto o lo incorrecto en el mundo, solo hay decisiones por tomar que dan mayores beneficios o perjuicios, nada más. Pero, aun así, en la peor de las situaciones, todo perjuicio pasado es una oportunidad de desarrollo futuro.

La magia de la vida se basa en un único principio, decidir. Aquel que hace algo construye esperanzas, jardines, palabras de aliento y rosas de amor. Aquel que ha decidido ser arquitecto de la vida ha llegado a comprender algo fabuloso: “toda experiencia dolorosa del pasado es una robusta columna sobre la cual se podrá construir un día un hogar de sabiduría y comprensión”.

Aquel que renuncia a hacer algo muere a diario y pierde la oportunidad maravillosa para sentirse feliz. Aquel que destierra de su hábito la ejecución de obras y actos destierra de su corazón el aliento del viento primaveral y se sumerge en las aguas oscuras de la ignominia y la desesperación.

Queridos estudiantes, ahora que han entendido la importancia del desapego y el amor por la vida, quiero hablarles de la importancia de saber tener memoria, ya que aquel que olvida su pasado está condenado a volver a vivir aquello que tanto quiere olvidar; por ello, quiero compartir con cada uno de ustedes una mágica historia que hace tiempo un entrañable amigo me confió:

“Dicen que un día la memoria y la vanidad se pelearon entre sí.

Desde entonces el hombre dejó de confiar en su memoria y prefirió dar por cierta aquella historia que su vanidad y orgullo construían a diario sobre él y sobre el mundo donde vivía y que tanto le convenía”.

Aquel que no tiene memoria y que vive por vanidad ha perdido la capacidad de elegir y es un monigote más del mundo que torpemente eleva su soberbia y ego por encima de la humildad y la caridad por la vida. Nadie puede tomar una decisión de bien basada en el egoísmo y la vanidad, nadie puede aprender creyéndose superior a otros y perfecto a sus ojos. Nadie puede elegir si no tiene memoria en sus actos, si no tiene amor en la mirada.

Todos tenemos la capacidad de aprender al amparo de la humildad y la razón que habita en nuestros actos de bondad.

No hay un único camino por recorrer que nos lleve al cenit de la satisfacción. Cada uno debe recorrer un camino propio donde aprenderá “lo que tiene que aprender” y en donde desarrollará, poco a poco, aquellas capacidades necesarias para tener un buen desarrollo existencial y para alcanzar el gozo de la satisfacción.

Para aspirar al mundo del desarrollo de la existencia humana debemos de liberarnos de complejos y actitudes nefastas, debemos abandonar las malas costumbres por postergar y ser indiferentes y debemos de desterrar aquella odiosa forma que tenemos por hacernos dueños de todo y de todos.

Queridos estudiantes, la libertad y el desapego se alimentan de un principio que acaban de identificar: no es bueno creer tener la razón. Al amparo de la historia relatada, es mejor analizar los hechos y extraer de ellos lo mejor (la moraleja) que dejarnos llevar por la terquedad de la vanidad, recuerden, todo aquello que nos sucede tiene una base de aprendizaje que nos da la oportunidad para desapegarnos del pasado y para definir en libre albedrío nuestro presente. Si logramos llegar a ese momento del desarrollo existencial entonces podremos entender e interiorizar nuestra historia personal y podremos aprender que aquel que vive con una padre prepotente tiene la oportunidad de desarrollar la virtud de la paciencia, que aquel que comparte sus días con una madre neurótica descubre progresivamente el valor de un diálogo constructivo y que aquel que siempre ha vivido en el abandono familiar tiene la fortuna de aprender a valorar a conciencia la ausencia y la compañía como dos caras de una misma moneda que siempre tendrá entre sus manos.

Pero para hacer todo aquello y para ser libre y gozoso uno debe de apartar de su mente la tiranía del juicio negativo sobre todo aquello que vive. La realidad nunca será todo aquello que crees que es, la realidad siempre será una creación de la mente y si ésta se halla obnubilada pues la realidad será deformada y podría su imagen distorsionada generar conflictos y miedo. La realidad es un paraíso donde uno sonríe en libertad y es también un pozo sin fondo donde la esclavitud de las ideas vive amparado en la necedad de juzgar. ¡Cada uno de ustedes decides que realidad experimentar!

Ahora respiren, profundamente respiren. Sientan como el aire ingresa a sus pulmones y sientan como el corazón de pronto late con mayor fuerza. No necesitaron juzgar nada y la vida floreció de pronto en el interior.

Ahora hay que correr y jugar, tal vez no habrá un mañana en donde les permitan hacer todo esto, quizá mañana una ola de violencia recorra los barrios donde podrían estar viviendo y por ende no vuelvan a despertar a la vida. Hay que correr, jugar y sonreír, hay que sentir la vida a plenitud. ¡En libertad y en desapego todos podemos ser felices!”.

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