TALLER: Maupassant

“La meta del escritor serio no es contarnos una historia, ni conmovernos ni divertirnos, sino hacernos pensar y llevarnos a entender el sentido oculto y profundo de los hechos. Dado que ha observado y meditado, el escritor aprecia el universo, los objetos, los hechos y los seres humanos de una manera personal que es el resultado de combinar sus observaciones y reflexiones. Lo que trata de comunicarnos es esa visión personal del mundo, reproducida en su ficción.
Debe componer su obra con tal sagacidad, con tal disimulo y aparente simplicidad, que sea imposible descubrir su plan o percibir sus intenciones. (…)
Un escritor hallaría imposible describir todo lo que hay en la vida, pues precisaría un volumen diario para enlistar la multitud de incidentes sin importancia que llenan nuestras horas. (…)
He aquí por qué el escritor, una vez escogido su tema, ha de tomar del caos de la vida, entorpecida por riesgos y trivialidades, solo los detalles útiles para su asunto y omitir el resto.
Cierta selectividad se hace indispensable… lo que representa el primer revés para la teoría de la completa verdad (de la literatura realista). (…)
Mi conclusión, a partir de este análisis, es que los escritores que se llaman a sí mismos realistas, deberían, más bien, nombrarse ilusionistas”