El yaro, un árbol endémico que se encuentra en peligro de extinción

Campaña de reforestación en Arequipa. Diferentes instituciones realizan esfuerzos para su reforestación

Por: Daniela Santander R.

El yaro no está desapareciendo por una plaga ni por el cambio climático, sino por la acción directa del ser humano. La tala, la expansión urbana y el desconocimiento han convertido al hombre en la principal amenaza para la supervivencia de este árbol único de Arequipa. Desde el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) advierten que esta especie emblemática se encuentra hoy en lo que definen como “un proceso franco de retirada”.

“El yaro es una planta endémica de nuestra región. Crece naturalmente en el batolito de Yarabamba, se extiende por Quequeña y finalmente llega a un sector de Moquegua. Es el único sitio donde crece naturalmente este árbol”, explicó Luis Felipe Rodríguez Dueñas, administrador técnico de Serfor. Más allá de su historia, cumple un rol vital en el ecosistema: consume muy poca agua y sus raíces son profundas. Es un árbol de crecimiento lento, pero de larga vida. Además, no solo alegra el paisaje, sino que también sirve de refugio para diversas especies de fauna, como aves, guanacos y zorros que viven bajo su sombra.

Sin embargo, su presencia en estos territorios ya no es tan abundante como hace décadas. La causa es clara y tiene rostro humano. “Este árbol está en proceso franco de retirada porque ha sido impactado fuertemente en diferentes etapas y talado en algún momento para leña. Sin embargo, últimamente la expansión urbana le ha hecho mucho daño”, señaló Rodríguez. La tala indiscriminada y el crecimiento desordenado de la ciudad han reducido poblaciones enteras sin una estrategia de recuperación previa.

Yaro, en peligro de extinción.

El ingeniero agrónomo y doctor en Ecología Aplicada, Daniel Montesinos Tubee, alerta que esta expansión urbana ha ocurrido de manera descontrolada, sin respetar la flora ni la fauna local, lo que ha generado un escenario de deterioro ambiental progresivo y peligroso en Yarabamba y sus alrededores. La situación se agrava por la venta informal de terrenos, promovida por personas sin preparación ni respaldo técnico. Se ofertan lotes sin considerar riesgos ambientales ni geológicos, acelerando una urbanización caótica que pone en peligro tanto a la población como a las especies nativas.

A este escenario se suma que el yaro es una especie recientemente reconocida por la ciencia. “Recién ha sido identificado en 2019, porque antes se creía que pertenecía a la familia de los huarangos, pero no; esta es otra familia y recién desde el 2019 se reconoce como yaro (Neltuma calderensis)”, explicó Rodríguez. Se trata, además, del último árbol del Perú identificado como nueva especie, lo que incrementa su valor ecológico y científico.

“Nosotros, con esta preocupación, hemos buscado aliados, instituciones públicas como la Municipalidad Distrital de Yarabamba, con quienes desde hace años venimos trabajando para aprobar una serie de ordenanzas”, indicó el administrador. Entre estas medidas está la Ordenanza 012-2024, que prohíbe la tala y extracción indiscriminada del yaro y declara de interés distrital su conservación. Además, se estableció una fecha simbólica: el Día del Yaro, que se celebra el primer viernes de octubre. “En los próximos días debe emitirse una ordenanza mediante la cual se declararán dos árboles de yaro como árboles patrimoniales”, agregó Rodríguez Dueñas.

El proceso de recuperación del yaro ya se ha iniciado mediante una alianza entre Cerro Verde, la Municipalidad de Yarabamba y la Universidad Nacional de San Agustín. Según Rodríguez, estas instituciones realizaron la primera jornada de restauración de la especie, que incluyó la plantación de 500 yaros como parte de un proyecto que busca recuperar 30 hectáreas. “Nunca se ha hecho una plantación de yaro en los anales de la historia. Entonces, somos los primeros”, resaltó el funcionario, quien espera que este esfuerzo motive a la población y a más instituciones a sumarse.

Serfor protege flora y fauna.

La batalla por salvar el yaro no es solo ambiental, es también profundamente humana. El mismo hombre que lo ha puesto al borde de la desaparición es hoy el único que puede rescatarlo.

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