Visita de Kast y nuevo mapa político regional

Por: Carlos Meneses

La visita de José Antonio Kast, por tanto, no solo es un acto de cortesía diplomática, es tambié una señal del cambio de época en América del Sur, donde resurgen liderazgos que apuestan por el orden, la seguridad y el libre mercado frente a la incertidumbre y el desencanto social. Cómo responda el Perú a este nuevo escenario marcará, sin duda, el tono de su política exterior en los próximos años.

La próxima visita del presidente electo de Chile, José Antonio Kast, al Perú en enero de 2026, tras su paso por Argentina, no es un gesto protocolar más dentro del calendario diplomático sudamericano. Tiene una connotación política profunda que revela el reacomodo ideológico y estratégico que empieza a configurarse en la región.

Kast, líder del Partido Republicano chileno y representante del ala más conservadora de la política de su país, ha prometido gobernar con mano firme frente a la migración irregular y la delincuencia, además de aplicar políticas económicas liberales inspiradas en el modelo clásico del libre mercado. Su llegada al poder marca un viraje notorio respecto al progresismo que caracterizó el mandato de Gabriel Boric. Y su primera gira como presidente electo —que ya lo llevó a Buenos Aires para reunirse con Javier Milei y lo traerá a Lima para dialogar con José Jerí— confirma que busca construir un eje político de derecha liberal-conservadora en América del Sur.

Para el Perú, la visita de Kast tiene también un fuerte valor simbólico. José Jerí, que gobierna en un contexto de fragilidad institucional y de desconfianza ciudadana, se encuentra ante la oportunidad de relanzar la relación bilateral con Santiago sobre nuevas bases. La agenda es amplia y compleja: comercio, energía, migración, lucha contra el crimen transnacional y cooperación en materia de frontera. Pero más allá de los temas concretos, lo que estará en juego es la sintonía entre dos gobiernos que, aunque distintos en trayectoria política, pueden coincidir en la necesidad de reforzar el orden interno y la estabilidad económica.

Sin embargo, también hay riesgos. La visión de Kast sobre la migración —que incluye la deportación masiva de extranjeros irregulares— podría generar tensiones con países vecinos, incluido el Perú, que alberga a una numerosa comunidad venezolana y enfrenta sus propios desafíos en control fronterizo y seguridad ciudadana. Un alineamiento acrítico con posturas duras podría tener efectos contraproducentes para nuestra política exterior, históricamente guiada por el equilibrio y la prudencia.

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