Cábalas de Año Nuevo 2026 para atraer salud, felicidad y dinero

Lentejas, arroz y prendas amarillas,  las cábalas para Año Nuevo en ArequipaEntre puestos de feria, supersticiones heredadas y esperanzas compartidas, miles de arequipeños se preparan para recibir el 2026 con rituales que prometen atraer salud, prosperidad y  dinero.

TRADICIONES POPULARES

En los mercados San Camilo, Avelino Cáceres,  El Altiplano y Miraflores, los pasillos se llenan de amarillo. Las prendas íntimas, velas doradas, paquetes de lentejas y sobres con arroz son los protagonistas de las compras de fin de año. A pocas horas del 31 de diciembre, los arequipeños se suman a un ritual colectivo que se repite generación tras generación: las cábalas de Año Nuevo.

“Si no compro mis lentejas, siento que algo me falta”, confiesa doña Gladys, vendedora en San Camilo que desde hace dos décadas prepara los tradicionales paquetes de la abundancia. Cada sobre contiene lentejas, arroz, monedas doradas de plástico y una ramita de laurel. “Todo junto para que no falte la comida ni el dinero”, dice mientras atiende a una decena de clientes.

SÍMBOLO DE ESPERANZA

Las lentejas son la cábala más arraigada. Se cree que comer una cucharada justo a la medianoche garantiza prosperidad durante el año. En Arequipa, muchas familias también las colocan en la billetera, la cartera o en los mostradores de los negocios. En las ferias, los comerciantes ofrecen presentaciones pequeñas “para el bolsillo” y otras más elaboradas, adornadas con cintas doradas y frases de buena suerte.

El simbolismo proviene de la antigüedad: las lentejas, por su forma redondeada, se asociaban con las monedas y la fertilidad del suelo. Hoy, en un contexto económico incierto, se convirtieron en un amuleto contra la escasez. “La gente busca creer que el nuevo año traerá trabajo y estabilidad”, comenta la antropóloga arequipeña Rocío Gamarra, especialista en cultura popular. “Las cábalas son una forma de esperanza colectiva, una manera de sentir que uno puede influir, aunque sea simbólicamente, en su destino”.

ARROZ, MULTIPLICACIÓN Y ESPERANZA

Arroz sinónimo de prosperidad.

Otro protagonista es el arroz, grano que simboliza prosperidad. Muchos arequipeños esparcen puñados en las esquinas de sus casas o lo guardan junto con monedas en la billetera. En la feria de Río Seco, los comerciantes incluso venden bolsitas listas con arroz, billetes falsos y hojas de laurel. “Todo junto, para atraer plata y suerte”, dice Teresa Quispe, una feriante que cada fin de año incrementa sus ventas en más del 50 %.

El arroz, alimento básico de la mesa peruana, representa estabilidad. En los pueblos del interior de la región, como Majes o Camaná, el ritual adquiere un matiz agrícola: los productores colocan granos de arroz y maíz en los surcos antes de sembrar, con la esperanza de que el año sea fructífero.

BILLETE EN EL ZAPATO, PROSPERIDAD 

Colocar un billete en el zapato derecho antes de la medianoche es otra costumbre extendida. En las calles de Arequipa, los jóvenes suelen bromear con “caminar sobre el dinero”, pero muchos cumplen el ritual con fe. La práctica simboliza avanzar con firmeza hacia la abundancia y “no pisar la pobreza”.

“Yo siempre pongo un billete de cien soles en el zapato. Es mi forma de pedir que no me falte trabajo”, comenta Carlos Huanca, taxista que cada año repite la tradición. “Puede parecer una tontería, pero es algo que uno hace con fe”.

La creencia se transmite también a los niños. Los padres colocan monedas en sus zapatos como augurio de éxito y estabilidad. En las oficinas y negocios, los trabajadores suelen hacerlo antes de cerrar la jornada del 31, convencidos de que la fortuna se construye paso a paso.

AMARILLO, COLOR DE LA SUERTE

En Arequipa, el amarillo se apodera de los mercados. La ropa interior de este color es la cábala más visible, y su venta genera uno de los mayores movimientos comerciales del mes. Los puestos de la avenida Andrés Avelino Cáceres exhiben montones de prendas amarillas de todo tipo y talla.

“El amarillo representa el oro y la alegría. La gente lo asocia con energía positiva”, explica la comerciante Julia Mamani, quien ofrece paquetes promocionales con el lema “Año Nuevo, vida nueva”. Según los vendedores, las prendas deben estrenarse la noche del 31 y, de preferencia, ser un regalo para atraer mayor efecto.

El fenómeno no solo mueve supersticiones, sino también economía. En diciembre, la venta de ropa interior amarilla aumenta hasta en un 300 %. “Las personas compran por tradición, pero también por moda”, apunta Julia. “Al final, lo importante es empezar el año con ilusión”.

VELAS DORADAS Y HOJAS DE LAUREL

Otra cábala muy popular en Arequipa es encender velas doradas o amarillas minutos antes de la medianoche. La luz simboliza prosperidad y buena energía. En el mercado San Camilo, los puestos de artículos esotéricos ofrecen kits completos con velas, arroz, lentejas, monedas y un pequeño incienso. “Cada vela encendida es un deseo”, comenta un vendedor. “Hay que hacerlo con fe y agradecer por lo que viene”.

El laurel, por su parte, se asocia con el éxito y el triunfo. En la región, se suele colocar una hoja en la billetera o en la puerta principal de la casa. Algunos escriben sus metas en ella antes de guardarla, como un recordatorio personal. “El laurel huele a esperanza”, dice entre risas una clienta en la feria del Altiplano.

FE, COMERCIO Y TRADICIÓN

Las cábalas son también motor económico. Según estimaciones de la Gerencia Regional de Comercio Exterior y Turismo, las ventas vinculadas a artículos de Año Nuevo —velas, ropa amarilla, flores, adornos y amuletos— superan los cinco millones de soles solo en Arequipa Metropolitana.

“Las tradiciones populares sostienen buena parte del comercio informal y familiar durante diciembre”, comenta el economista local Rafael Pinto. “Más allá de la creencia, representan una oportunidad para cientos de comerciantes que viven de la campaña de fin de año”.

En la Plaza San Francisco y en las calles del Cercado, los puestos temporales ofrecen desde cábalas tradicionales hasta novedades traídas de Lima o Cusco: billetes dorados, perfumes de la suerte, baños de florecimiento y hasta velas en forma de dólar. La superstición se mezcla con el ingenio comercial.

FE Y CULTURA POPULAR

En una ciudad marcada por el sincretismo religioso, las cábalas conviven con las celebraciones litúrgicas. Muchas familias asisten primero a misa o agradecen por el año que termina antes de encender sus velas o comer sus lentejas. La frontera entre la fe y la superstición es, en realidad, una manifestación cultural de esperanza. 

RITO DE GENERACIONES

En los hogares arequipeños, el 31 de diciembre es una mezcla de risas, música y pequeños rituales. Las abuelas preparan lentejas; los jóvenes encienden velas y los niños corren con maletas vacías para “viajar mucho” en el nuevo año. Cada gesto tiene un sentido compartido: la búsqueda de felicidad y prosperidad.

“Las cábalas no garantizan nada, pero nos unen”, dice doña Beatriz, vecina del barrio de Umacollo. “Mientras todos miramos el reloj esperando las doce, recordamos lo bueno y lo malo, y pedimos que el próximo año sea mejor. Eso también es fe”. En una región golpeada por la inflación y la informalidad, las cábalas son más que supersticiones: son una expresión de optimismo colectivo. La venta de artículos de Año Nuevo genera ingresos para cientos de familias, y las prácticas simbólicas se convierten en una forma de resistencia cultural.

Cuando el reloj marque la medianoche, Arequipa entera encenderá sus velas, brindará con champán y lanzará lentejas al aire. Porque, al final, cada cábala —por sencilla que parezca— encierra un deseo común: que el nuevo año traiga prosperidad, trabajo y un poco de suerte para todos.

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