Corrupción y Gobierno: los enemigos del pueblo
Por: Juan Sheput

El presidente acaba de cumplir cien días sin declarar a la prensa. No es un hecho anecdótico. Lo contemporáneo es rendir cuentas a la ciudadanía a través de los medios de comunicación, no solo en los temas que el Gobierno quiera, sino también en aquellos que la prensa quiera indagar. Tiene lógica. Los asuntos que interesan al Gobierno no necesariamente son los que le interesan a la prensa, y viceversa. No es una cuestión de que el presidente Castillo le tema a las fotos, como induce un medio local. Le teme a las preguntas, sabe que su rostro no podrá ocultar el nerviosismo y temor de tener que enfrentar preguntas comprometedoras, sobre los diversos escándalos de los que es protagonista. Desde hace buen tiempo, una buena práctica aceptada por la mayoría de gobiernos democráticos es tener ruedas de prensa con agenda abierta, para que el presidente pueda así informar a la población y también rendir cuentas. En Alemania, el ejercicio de enfrentar ruedas de prensa con agenda abierta es una institución. El cara a cara con el periodismo es una regla de juego que ningún titular de la Cancillería alemana ha obviado en los últimos 40 años.

Sin embargo, en el Perú, no rendir cuentas ni dar conferencias de prensa es un asunto que se ve con resignación y naturalidad. Es que no tenemos instituciones, reglas de juego que todos respeten y sean permanentes en el tiempo, como señalaba Samuel P. Huntington. Es parte del drama institucional que nos aqueja. Pensemos en el Congreso. ¿Es o no es cierto, que el comportamiento del parlamento en relación a Castillo refleja que el control político y la rendición de cuentas, dos instituciones parlamentarias, en nuestro país no existen?

El Congreso no fiscaliza, no es eficaz en cuanto al control político, es incapaz de vacar a un individuo que no merece estar en la jefatura de Estado. El Congreso no es una institución, ha devenido en un conjunto de 130 personas, cada cual con su propio interés. Por eso arrastramos el drama de un Gobierno con personajes cuestionados y un presidente investigado por ser el posible líder de una organización criminal. Que Pedro Castillo a estas alturas no esté en gravísimos problemas corrobora que el parlamento no está cumpliendo con su función.

Hace más de doscientos años, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, sentenció, como si lo hiciera sobre lo que nos viene aconteciendo: “Los dos enemigos del pueblo son los criminales y el Gobierno, así que atemos al segundo con las cadenas de la Constitución para que no se convierta en la versión legalizada del primero”. Por lo visto en nuestro país el Gobierno está a punto de convertirse, si es que ya no se convirtió, en la versión legalizada del crimen organizado.

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