¿Debe renunciar el canciller peruano?
Por: Carlos Meneses
La decisión será de la presidenta Boluarte con respecto a la permanencia del canciller. Será oportuno saber el porqué de la abstención que para condenar a Maduro tuvieron otros ministros de Relaciones Exteriores en la OEA.
El ministro de Relaciones Exteriores, Javier González-Olaechea, quien fracasó en el empeño de conseguir el apoyo a la propuesta nuestra de condenar a Maduro, está en problemas. La mayoría de los países que asistieron a la reunión de la OEA, para considerar el caso venezolano, votaron por la abstención y no por apoyar la posición peruana de reconocer como ganador del proceso presidencial recién realizado a Edmundo González.
El canciller ha dicho que los pueblos de Latinoamérica prefirieron inhibirse antes de condenar a quien ha podido consumar el fraude que todos conocemos. Resulta curioso que la mayoría que se abstuvo de respaldar la posición peruana y han preferido no condenar al dictador venezolano son países pequeños en población. González-Olaechea ha dicho que por el comportamiento de los representantes de esas naciones no se ha reconocido el esfuerzo democrático que lideró el Perú.
Pocas dudas hay de que el canciller se mantendrá en el cargo, pues puede contar con el respaldo de los peruanos, así lo ha dicho el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén. No obstante, quien debe tomar la decisión final y determinante es la propia presidenta que está más preocupada por una nueva ola de migrantes venezolanos que puedan venirse a Perú, tal y como hicieran antes los millones de personas que llegaron por aquí y también a Colombia, Ecuador e incluso a Chile.
Lamentablemente, en esta ocasión, ha jugado contra la posición peruana el hecho cierto de que hay 49 muertos en los primeros tiempos de la presidenta Boluarte, cuyos familiares siguen esperando justicia. Esos decesos han sido atribuidos a la responsabilidad de la mandataria o a la de los comandos militares y policiales que dirigieron los operativos que terminaron con la pérdida de vidas o con heridos que aún no se reponen del daño.