El “bello gesto” de María Agüero

Por Pamela Cáceres

Ensayo

Hay un conveniente problema de comprensión de las declaraciones de María Agüero. En una entrevista la parlamentaria cita los comentarios de ciertas personas cuando ella después de regresar de Estados Unidos decidió matricular a sus hijos en colegios nacionales de Arequipa. Para ser fiel con las evidencias, copio sus declaraciones: «porque decían cómo te los traes de Estados Unidos, de haber estudiado en Beverly Hills y te los vas a llevar ahí donde los ambulantes llevan a sus hijos, que cortan caras y que son lesbianas y que son delincuentes y te hacen dar miedo».

La reacción, incluso de parte de la intelligentsia de la ciudad, ha sido sorprendente, todos han culpado a María Agüero de insultar a los colegios Independencia Americana y Micaela Bastidas, cuando ella lo que hace es citar lo que piensan aquellos que jamás matricularían a sus hijos en un colegio nacional. ¿Por qué el periodismo y la opinión general han omitido la referencia al enunciador original? ¿Problemas de comprensión? ¿Un lapsus? ¿Mala fe? ¿Qué molesta tanto en lo revelado por María Agüero? ¿Por qué la frase descontextualizada nos ha conmovido más que aberraciones tales como la contra reforma educativa implementada por el Congreso?

Lo que ha hecho María Agüero es un beau geste, «Bello Gesto» (categoría semiótica) que describe la puesta en escena de algo inesperado, una presencia que no suele aparecer: en el imaginario de ciertos grupos no es normal que se muestre cómo las clases acomodadas repudian a los pobres, los homosexuales y los ladronzuelos de barrio, (pues hay que recordar cuan poco se hace en este país contra los delincuentes de las altas esferas que no llevan la cara cortada). Un bello gesto, además, hace presente un significado impreciso que obliga al resto de la sociedad a cambiar su sistema de significación moral e incluso estético: es «algo» que amenaza las formas y las normas sociales.

Aunque se prefiera pensar que María Agüero ofende a los pobres, su revelación más bien atenta contra la buena conciencia de la clase media y de los grupos hegemónicos, no en vano una de las primeras instituciones en repudiar las declaraciones ha sido la Municipalidad de Yanahuara. Horroriza que revelen que pagar un colegio particular o una clínica privada es en realidad un acto de separación, de distinción, el inquietante deseo de estar cada vez más lejos de aquella pobreza que nos respira en la nuca, de la terrible necesidad de ser menos indios, menos negros, más heteronormativos, de rozarnos un poquito más con el dueño de la empresa y alejarnos del compañero, del portero, de la señora de limpieza.

Por el otro lado, el bello gesto de María Agüero problematiza a la clase hegemónica que pide paz a gritos y a balazos. No es correcto que venga una representante del Congreso y muestre a los jóvenes de colegios nacionales lo que el poder piensa de ellos: que son inmorales y deshonestos (miren quién habla), eso «no contribuye al clima de paz que se viene construyendo a duras penas». Por eso, no queda más que convertir el bello gesto de la señora Agüero en un acto reprobable y gozar con el linchamiento, eso sí que nos devuelve al orden y tranquiliza nuestra buena conciencia.

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