Cultura Cero

Por Willard Díaz

En un importante libro recién publicado, “El futuro en debate” (Colectivo Laboratorio de Política y Cultura, 2024) se ofrece un Análisis crítico de los Planes de Desarrollo Concertado de la Macro Región Sur. Con el permiso de los editores tomamos fragmentos de las páginas dedicadas al rubro Cultura, que demuestran el poco interés que esta tiene para nuestros gobernantes. Aquí el texto.

CULTURA

La cultura no es preocupación en las regiones que conforman la Macro Región Sur. En ninguna de ellas se encuentra un Objetivo Estratégico dedicado exclusivamente a este tema, pero sí encontramos Acciones Estratégicas en diversos objetivos de los Planes Regionales, las cuales se puede agrupar en tres grandes temas:

1. Propuestas de protección, difusión o promoción enfocadas a tradiciones y costumbres, revelando una visión folclorista de la cultura, por ejemplo, en Puno. En Arequipa la perspectiva se amplía un poco a lo que se conoce como patrimonio material e inmaterial y a la vaga noción de “acervo cultural”.

2. Respecto al reconocimiento de las diferencias se propone revalorar la diversidad (Cusco y Tacna), así como la generación de espacios de encuentro (Arequipa, Moquegua y Tacna); lo que constituye planteamientos bastante superficiales para atender a la diversidad cultural. Es más interesante la propuesta de incluir el enfoque de Interculturalidad que se encuentra en los planes de Arequipa y Apurímac, pues implica el reconocimiento del conflicto y el ejercicio del poder en las relaciones entre los diversos, aunque no encontramos desarrollos que nos permitan comprender cómo se aplicará este enfoque.

Solo en Arequipa se plantea de manera explícita la noción de derechos de los pueblos indígenas, para lo cual se emitirán ordenanzas y realizarán planes de desarrollo.  Es la región con una visión más amplia de cultura, pues además tiene medidas que atienden a la diversidad, genera espacios de encuentro y se ocupa del patrimonio material e inmaterial.

En el análisis de la estructura de los planes de desarrollo concertado no encontramos, como se decía líneas arriba, ninguna región que formule Objetivos Estratégicos en materia cultural. A pesar de la ausencia de Objetivos Estratégicos enfocados en Cultura, vemos que en casi todos los gobiernos regionales se proponen Acciones Estratégicas sobre el tema, la excepción es Madre de Dios.

Cuando observamos las Acciones directas, una sola región, Puno, presenta siete acciones de las que se hace responsable de manera directa. Tres regiones, —Arequipa, Cusco y Tacna— presentan dos acciones, asimismo, Apurímac y Moquegua tienen una. En el resto de acciones los respectivos Gobiernos Regionales solo asumen las responsabilidades de gestión, promoción o fomento.

Cuando vemos la importancia de la cultura en las Acciones Estratégicas de los Planes de Desarrollo Concertado del sur del país, encontramos que el mayor peso está en Puno y Cusco, cuyas acciones en esta materia representan el 6 % y 5 %, respectivamente. Luego están Tacna con el 3%, Moquegua y Arequipa con el 2% y Apurímac con el 1%. En Madre de Dios, como ya se dijo, no se registra ninguna actividad estratégica en esta materia.

Mirando al Futuro:

El tratamiento de la cultura en los planes de desarrollo concertado de la Macro Región Sur presenta una visión bastante folclorista, muy relacionada con las ideas de conservación de tradiciones, costumbres o patrimonio y de aprovechamiento como recurso de la actividad turística. Si bien existen menciones a la diversidad, la interculturalidad y la creación de espacios de encuentro, estas son genéricas, sin rutas claras para hacerlas realidad.

En tal sentido proponemos abrir la reflexión y el debate a una visión más amplia de lo que debe ser la acción del Estado con respecto a la cultura.

Una primera dimensión de análisis debe comprender al patrimonio cultural material e inmaterial y el arte en todas sus expresiones. Es importante asegurarse de trascender la visión conservacionista de las tradiciones y costumbres, así como de la rehabilitación de los restos arqueológicos para hacerlos parte de la vida de los pueblos como cultura viva, sustrayéndolos de los efectos secundarios de los negocios turísticos.

Respecto al arte, un tema ausente en los planes de desarrollo concertado, tiene que ser considerado como parte de los derechos de las grandes mayorías. Lo que significa generar procesos de democratización cultural, que comprendan, facilitar el acceso en la condición de espectadores y propiciar los mecanismos y espacios para la práctica de las artes a lo largo de la vida de las personas. Ello implica articular la acción municipal y de las instituciones educativas en todos los niveles y la inversión del Gobierno Regional en infraestructura necesaria para contar con museos, teatros, bibliotecas, editoriales, etc.; en todas las provincias de cada región.

Cabe recordar que la lógica neoliberal nos lleva a que todo se deba valorizar. Todas las cosas materiales e inmateriales tienen valor en cuanto se pueden monetizar, cuantificar y usar para generar ganancias y acumulación; lo cual, vale también para la cultura. La cultura en su sentido más antropológico tiene valor per sé, no se puede valorizar en el mercado ni poner precio a sus expresiones. Por supuesto que la diversidad cultural atrae turismo, y en ese sentido hay un afán de “poner en valor” el patrimonio material y difundir tradiciones. Pero, todo lo demás que implica el respeto y el aprecio de la diversidad, de las comunidades, idiomas, valores y creencias, la promoción del arte y cultura, las bibliotecas, los teatros, el cine, etc., son elementos que no hacen ganancias económicas fáciles y visibles, por tanto, para la lógica neoliberal, son imperceptibles o no tiene importancia.

La segunda dimensión considera la cultura como espacio de disputa, donde discursos de interculturalidad se quedan cortos si no reconocen la relación conflictiva y jerárquica entre las culturas bajo la hegemonía de la cultura occidental eurocéntrica, lo cual obliga a reivindicar el derecho de los pueblos a luchar contra la explotación y su marginación del ejercicio del poder.

Por otro lado, no hay que pasar por alto la noción de cultura como sistema de valores y creencias que forman el comportamiento de las personas en la sociedad en aspectos clave de la vida y que está hegemonizada por el neoliberalismo, que ha permitido “naturalizar” la idea que el mercado es indispensable como forma de vida y objetivo de todas las actividades. En consecuencia, se piensa que son objetivos ineludibles la competitividad, la rentabilidad, el emprendedurismo, lo cual es complementado por ideas como la reducción del Estado, de la organización social y política por ser ineficientes y contrarias a la “eficiencia” requerida para tener un lugar en la economía.

En este escenario no puede pasar desapercibido el papel de los medios de comunicación, tanto en su condición de integrantes de lo conocido como “industrias culturales”, como en su rol de ser responsables de divulgar información de interés público. En ambos casos, sus acciones coadyuvan en la consolidación de las ideas hegemónicas y de los intereses de los poderes de turno. En el país, ello reproduce las características de la economía. Por un lado, encontramos grandes medios de “alcance nacional” en una situación de alta concentración se articulan al poder económico y a los gobiernos de turno, si les conviene; y, por el otro lado, un basto número de medios de comunicación a lo largo del país, en provincias y distritos urbanos y rurales, formales o  informales que siguen el pulso en sus localidades, en condiciones muy precarias y prácticamente sin recursos financieros, informativos o de formación, pero que difícilmente salen del patrón hegemónico .

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