Poco para celebrar

Por Ántero Flores-Aráoz

El 27 de setiembre fue el Día Mundial del Turismo, establecido desde 1980. Penosamente no hemos tenido nada que celebrar en nuestra patria, pues pese a lo que nos dicen las autoridades, aún no se ha recuperado nuestro turismo, tanto interno como foráneo, a las cifras prepandemia de covid-19.

Cuatro son los principales requisitos para que exista turismo receptivo: el primero es la promoción, tanto desde el Estado como desde el sector privado; el segundo es la existencia de lo que se ofrece; el tercero la infraestructura necesaria para atender a los turistas; por último, pero absolutamente importante, la seguridad.

Respecto a la promoción del turismo, desde el sector privado, tanto las agencias como las cadenas hoteleras hacen lo suyo, ya sea directamente o en las ferias turísticas, a las que también muchas veces asiste el Estado que es un buen complemento para la tarea.

En lo que se refiere a tener qué mostrar al turismo, somos un país privilegiado con playas estupendas en la costa. En la sierra tenemos valles hermosos y tres ramales de la Cordillera de los Andes. En la selva, que es nuestra Amazonía, contamos con ríos navegables como también bosques maravillosos con escenarios inolvidables en que se puede fomentar hasta el turismo de aventura.

No olvidemos tampoco que tenemos un pasado milenario, y que podemos mostrar las obras monumentales de las culturas inca y preinca, al igual que las joyas virreinales y de la época republicana. Somos uno de los países que más tiene que mostrar en cuanto a pasado histórico y cultural.

En lo que se refiere a la infraestructura, no nos podemos quejar del sector privado, que sigue haciendo lo suyo; no solamente en la promoción, sino también en la parte hotelera, con establecimientos de hospedaje de todas las categorías. Desde el servicio al “mochilero” hasta a los agraciados por la fortuna, que pueden pagar los servicios de hoteles no solo de cinco estrellas, sino con más estrellas que el mismo firmamento.

Hablando también de infraestructura, es el sector público –o sea el Estado– el que se queda atrás, dado que no proporciona las carreteras que se necesitan, como tampoco la vía ferrocarrilera, que está muy atrasada. Y además lo que tenemos no lo mantiene como es debido, lo cual evidentemente desmotiva a los turistas que podrían venir a nuestro querido Perú.

En cuanto a seguridad estamos no mal, sino muy mal. El lugareño conoce los lugares en los que hay más exposición a los peligros delincuenciales, mas no así los turistas, que cotidianamente sufren asaltos y robos a los que lamentablemente contribuye el Estado, por su ineficiencia. Mientras el Estado no afronte con eficacia, rapidez y severidad a la delincuencia, no será posible que el turismo receptivo avance, pues los asaltados no volverán a nuestro país y encima harán mala publicidad para el país, por los sufrimientos que han padecido.

Como vemos, tenemos mucho por hacer en el sector turismo, como muy poco aún para celebrar. Quisiéramos que el próximo año celebremos el Día Mundial del Turismo por lo hecho y no con lágrimas por lo que hemos dejado de hacer.

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