PARTIDOS POLITICOS: EN DEBACLE Y SIN DEMOCRACIA

Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes

 Ante la debacle de los partidos “tradicionales”: APRA (la oligarquía desató un visceral antiaprismo tanto contra Haya de la Torre, le cerraron el acceso a la Presidencia de la República, como contra Alan García, llevándolo a la dramática decisión del suicidio), Acción Popular, PPC e Izquierda Unida, en la década del noventa; insurgió Cambio 90 de Alberto Fujimori, aglutinó a nuevos actores políticos: informales; micros, pequeños y medianos empresarios; congregaciones evangélicas; asentamientos humanos marginales y profesionales emergentes. La caída del fujimorismo, a fines del siglo XX (con la huida del entonces presidente Alberto Fujimori), significó, a inicios del siglo XXI; la aparición de Perú Posible de Alejandro Toledo; el resurgimiento del APRA con Alan García; gobernaron bien, sin embargo, perdieron sus inscripciones en el JNE; curiosamente, el neo fujimorismo de Keiko Fujimori, en tres elecciones quedó en segundo lugar, a poquísima diferencia del ganador.

Los movimientos regionales, en la segunda década de la presente centuria, lograron la hegemonía electoral en regiones; tres, se convirtieron en partidos nacionales: Somos Perú del extinto Alberto Andrade, de Lima creció al país; Alianza para el Progreso, ganó la alcaldía de Trujillo, desplazando al APRA, se extendió al resto de provincias; Perú Libre, empezó en el Gobierno Regional de Junín, llegó a la Presidencia de la República con el Prof. Pedro Castillo. Los demás, se estancaron en sus departamentos, no se aliaron interregionalmente, no mostraron vocación de constituir una fuerza política nacional. Ante la supresión, de los movimientos regionales, algunos se han puesto a llorar, otros, más prácticos, han celebrado compromisos de afiliación, como: Trabajo más Trabajo con Podemos Perú; Esperanza Loretana con Renovación Popular; Alianza para el Progreso viene conversando con autoridades regionales y locales. Cabe indicar, últimamente, se a inscrito la organización “Perú Regionalista Unido, conformado por quince movimientos regionales e impulsado por ex gobernadores regionales.

El oportunismo del fujimorismo, antes, alentó las agrupaciones locales y movimientos regionales, ahora los suprime; impuso la unicameralidad, ha hecho retornar la bicameralidad; prohibió la reelección de autoridades, ahora la propicia; hizo lo posible por sacarlo a Kuzcynski de la Presidencia, ahora hace lo imposible por sostener a Dina Boluarte hasta el 2026; combatió la “partidocracia”, ahora formaliza dinastías y nepotismos partidarios de herederos y propietarios, como la subasta de candidaturas.

Nada bueno se puede esperar de partidos sin democracia. El 2021, Bicentenario, hubo Elecciones Generales: presidenciales, congresales y al parlamento andino, participaron veinticuatro (24) partidos políticos (hoy son 35), varios no presentaron fórmula (plancha) presidencial, otros tantos no inscribieron listas congresales en algunos departamentos o regiones, partidos de trayectoria importante fueron desembarcados del proceso comicial. Para la designación de candidatos, se programaron Elecciones Internas, la gran mayoría, lo hizo mediante delegados, muy pocos realizaron elecciones primarias cerradas, ninguno llevó a cabo elecciones primarias abiertas. A pesar del escaso empadronamiento de afiliados, se registró ínfima asistencia. Ningún partido político llegó siquiera globalmente, al diez por ciento de votos de sus militantes; incluso, en todos, a excepción de tres organizaciones políticas, hubo listas únicas sin competencia. Estas elecciones internas fueron mucho menos que un simulacro. En vez de fiestas democráticas, se vieron elecciones fúnebres.

En consecuencia, los elegidos candidatos, en dichos comicios internos, se constituyeron en postulantes sin respaldo de sus propias bases partidarias. Otro aspecto es la ausencia de democracia, pues, no se conoce realicen: congresos nacionales cada cierto número de años, periódicas convenciones macrorregionales, plenarios ampliados; ya sea para elegir a sus dirigentes nacionales; definir las políticas y programas; emitir pronunciamientos institucionales. En su lugar, se ha instaurado la dirección autoritaria, el nepotismo dirigencial, la subasta de candidaturas, la dinastía partidaria.

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