PROHIBIDO ABANDONAR LOS SUEÑOS

Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.

¡No podemos detenernos!, sería un acto ausente de toda lógica el hecho de abandonar nuestros sueños. Nuestras metas, nuestros objetivos, aquellos anhelos nacidos en los años mágicos de la infancia no pueden ser dejadas de lado. Abandonar nuestros sueños significa: no puedo, estoy fatigado, con lo que hago estoy cómodo, no necesito hacer nada más. Abandonar nuestros sueños de siempre no significa luchar más de la cuenta y luego claudicar, no, eso no es. Construir nuestros ideales es un proceso continuo y permanente que sencillamente significa: seguir haciendo, seguir viviendo, seguir sintiendo el latido del corazón en nuestro pecho; ya que el día que nos apartemos del camino de realización de nuestros sueños la noche invadirá nuestro existir, la pena labrará las lágrimas de nuestros ojos y será en verdad ese el día más triste de nuestra existencia, en fin será el día en que dejaremos de sentir el latido de vida en nuestro pecho y el día en que empezaremos a sentir más de cerca la presencia de la muerte.

HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

Recuerda: nuestra mente es el mejor campo de cultivo de todo el mundo, ahí, cada sentimiento noble crece y se desarrolla en actos de bienestar personal y social.

Recuerda: nuestra mente, por ser un campo muy fértil, da frutos interminables (si así lo deseamos) de todas aquellas semillas que sembremos en ella y si esas semillas son conformismo, falsa tranquilidad, egoísmo personal y desapego a los sueños; bueno, lamentablemente eso crecerá.

Si en nuestra mente nuestros sueños siguen vivos, nuestro corazón latirá cada día con mayor fuerza y entusiasmo, nuestra respiración será más profunda y a la vez relajante, miles de procesos mentales se activarán en nuestro cerebro para hacer realidad el anhelo y nuestros músculos y todo aquello que somos se pondrán en marcha con la sola finalidad de seguir construyendo nuestras metas.

Por el contrario, si la orden a nuestra mente es: paren de trabajar, ya hice todo lo que tenía hacer, no hay más metas, no hay más sueños, ahora debemos de descansar. Entonces nuestra cerebro procesará dicha información como una orden de ¡cesen de trabajar! o quizá como… “órganos de todo el cuerpo humano, vengo a comunicarles que el tiempo del trabajo sin descanso, el tiempo de la tiranía de los sueños, las metas y del trabajo constante ha finalizado; todos estamos agotados, les doy las gracias por el esfuerzo realizado hasta el día de hoy pero miren, ya no los necesito, he alcanzado aquello que siempre quise alcanzar y no hay necesidad de hacer nada más; descansen, dediquen su tiempo libre a otras actividades, al ocio, a la recreación o al descanso; cumplieron a satisfacción su parte del contrato (llegar a la meta), nuevamente gracias y adios”.

Yo vengo y me pregunto ¿cómo podría reaccionar cada tejido, cada órgano y cada sistema de nuestro cuerpo ante tal orden, ante tal discurso de agradecimiento?

No creo que lo hagan de la mejor manera. Cada estructura de nuestro cuerpo desde la concepción estuvo programada para realizar la labor encomendada, cada día, cada hora y año de nuestras existencias; ahora han sido dejados y dejadas de lado, ya no son importantes. No creo que puedan desarrollar otro tipo de actividades hasta donde mi conocimiento científico alcanza. Por consiguiente, podría comenzar un proceso de auto desintegración, “bueno (podrían pensar), ya no somos útiles, ya no tenemos una labor plena a realizar, entonces ¡dejemos de ser!”. Aunque usted querido lector se torne un poco incrédulo, dicha reacción es propia de un tejido que ha perdido su rol en el cuerpo, es parte del proceso de evolución, aquello que sirve persevera en el tiempo, aquello que ya no sirve desaparece.

En claras y buenas palabras, aquella persona que un día decide rechazar sus sueños, que vive una situación de conformismo, inexorablemente está rechazando el principio vida y se está destruyendo. Cuando el comando de voz es “ya no trabajen más”, los tejidos, los órganos y los sistemas entran en un estado de hipo funcionamiento, comienzan a disminuir sus procesos de replicación celular, los procesos de apoptosis o muerte celular programada se activan de modo más intenso e inevitablemente se desarrolla el concepto de enfermedad, de insuficiencia y con el paso del tiempo el de muerte.

Nuestra mente, la conexión del alma con el cuerpo para muchos, es la fuente donde se origina la vida y es la fuente donde puede empezar a fluir el principio contrario, todo depende de cada uno de nosotros, de la fuerza que la pongamos a nuestra vida, del compromiso personal que asumimos y de la forma de reír y compartir día a día con las personas de nuestro entorno, para con nosotros mismos y nuestras esperanzas.

Tenemos muy malas costumbres, hábitos nocivos que sin darnos cuenta van destruyendo nuestra existencia. Abandonar los sueños, las metas, los objetivos es una de ellas, pero hay más. Muchas personas caen en el conformismo al lograr alcanzar sus sueños, creen falsamente que alcanzar un sueño da la garantía que dicho sueño se mantendrá por si mismo hasta el final de los tiempos y esa es lamentablemente una mentira a la cual neciamente nos aferramos y a la cual queremos creer.

El hecho de alcanzar un logro no garantiza que dicho logro perdure en el tiempo. Es como pensar que porque comí el día de hoy ya he comido para siempre y que me mantendré adecuadamente nutrido, si no me alimento a diario caeré de seguro en desnutrición. O es como pensar que por haber alcanzado un determinado desarrollo físico eso me garantizará que mis músculos mantendrán siempre esa calidad de funcionamiento, independiente de que continúe o no mi preparación física. Claro está que si mantengo mi preparación física regular mi desempeño en las competencias para las cuales me he preparado podrá mantenerse, pero al abandonar la práctica física poco a poco mis músculos desarrollados perderán su vitalidad y mi fuerza menguará.

Abandonar los sueños es como abandonar una buena alimentación sólo por creer que ya estoy bien nutrido y que ese estado de nutrición se mantendrá por si solo, sin necesidad alguna de esfuerzo.

Abandonar un sueño, abandonar nuestros sueños es condenarnos al marasmo de la destrucción, de la inacción, de la mediocridad y al páramo de la despersonalización.

Alcanzar un sueño no es sinónimo de eternidad, más bien significa un compromiso personal de esforzarnos día a día en mantenerlo. ¡Hemos hechos tantas cosas para alcanzar una meta que resulta impropio hablar ahora de descuido y de desapego por lo logrado! Cada uno de nosotros somos seres humanos maravillosos que tenemos la capacidad de ver el futuro sin necesidad de bolas mágicas o cartas de la fortuna; cada uno de nosotros sabe de antemano que pasa cuando uno abandona la actividad que realiza, esta queda paralizada en un inicio y luego se pierde. ¿Qué pasa cuando el capitán de un barco deja el timón y deja por consiguiente de guiar su barco confiado en que el rumbo tomado durante tantos años se podrá mantener? De seguro que sucederá un desastre, ya que el timón girará en virtud de cómo las aguas del mar fluyan y llevará al barco a una colisión, ya sea tarde o temprano.

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