Anatole France (1844-1924)

Por Willard Díaz

A los llamativos centenarios que este año recuerdan a escritores tan grandes como Joseph Conrad y Franz Kafka fallecidos en 1924, hay que sumar a uno hoy menos conocido que en su momento fue un dios de la literatura europea: Anatole France.

Su verdadero nombre fue Jacques-Anatole-Francois Thibault, pero lo cambio estratégicamente a Anatole France. Hijo de un vendedor de libros parisino France fue en sus inicios un modesto comentarista y editor hasta que sus cuentos y novelas centrados en la vida de los clasemedieros vistos con sorna lo hicieron popular.

Su primer éxito fue la novela “El crimen de Sylvestre Bonnard” (1881), en el cual el viejo erudito escéptico personaje encarnaba al típico francés de la época. La novela fue muy elogiada por su estilo y fue premiada por la Académie Française, que en 1989 le permitió el ingreso como miembro.

Un libro autobiográfico, “El pequeño Pierre”, sobre su infancia, fue su primer best seller, en 1919, si bien su colección de cuentos “Balthasar” (1889) y un estudio sobre la corrupción y el fanatismo ya eran muy bien considerados.

Fue partidario de la separación radical entre Iglesia y Estado. Fundó la Liga por los Derechos Humanos, lucho por los derechos sindicales, y colaboró con la Sección Francesa de la Internacional Obrera.

En 1921 recibió el Premio Nobel de Literatura por su obra. Pero al año siguiente toda ella fue condenada por la Santa Sede e incluida en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia Católica mediante decreto del Santo Oficio de 1922. Lo cual France consideró públicamente como un galardón mayor en su vida.

Murió el 13 de octubre de 1924.

De él habría que leer por lo menos su divertida “La isla de los pingüinos” y la novela sobre la Revolución Francesa “Los dioses tienen sed”, elogiada por Milan Kundera.

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