Arequipeños visitan a sus difuntos con ofrendas y música
Fotos: Jorge Esquivel y Zintía Fernández/Diario El Pueblo
Arequipeños visitan a sus difuntos con ofrendas y música
TRADICIONES Y RECUERDOS
Ayer, sábado 2 de noviembre, Arequipa celebró el Día de los Santos Difuntos en un ambiente cargado de devoción y recuerdos. Desde temprano, miles de arequipeños se congregaron en los cementerios más emblemáticos de la Ciudad Blanca, manteniendo viva la tradición de visitar a sus familiares fallecidos para honrar su memoria. En Arequipa, al igual que en otras regiones del Perú, esta fecha se convierte en una oportunidad de “agasajar” a quienes partieron, recordándoles con cariño y evocando su importancia en vida.
Entre los camposantos de Sachaca, Cayma, Socabaya, Cerro Colorado y otros distritos, el más concurrido fue, como cada año, el cementerio La Apacheta. La Sociedad Beneficencia de Arequipa (SBA) anticipó que más de 150 mil personas visitarían el lugar durante el largo fin de semana. Desde las primeras horas de la mañana, el recinto abrió sus puertas para recibir a la multitud que, con una mezcla de alegría y nostalgia, acudió a visitar los nichos y mausoleos.
Uno de los sepulcros más célebres en La Apacheta es el de Víctor Apaza Quispe, un “santo popular” que, según la creencia de muchos, concede milagros a quienes se acercan con fe y devoción. No menos significativa es la tumba de María Josefa de la Fuente Rivero, esposa del héroe nacional Francisco Bolognesi Cervantes, caído en la guerra contra Chile. Asimismo, resaltan también la presencia de Horacio Zeballos Gámez, María Santos Corrales, Los Dávalos, entre otros personajes que enaltecen el sentido de historia y espiritualidad que envuelve el cementerio.
La visita a los panteones se convierte en una festividad que trasciende el silencio habitual de estos lugares. Músicos y bandas callejeras, permitidos en los camposantos, ofrecen serenatas a los difuntos por un pago simbólico, llenando el ambiente de melodías nostálgicas que acompañan los recuerdos. Muchas familias llevan ofrendas para sus seres queridos, colocando alimentos, dulces, frutas y bebidas en los nichos y sepulcros, como si intentaran, de algún modo, compartir una última celebración con ellos.
No obstante, no todo fue tranquilo. Las calles alrededor de La Apacheta permanecieron cerradas, generando caos vehicular en las vías alternas. Buses de transporte urbano y vehículos particulares, al verse obligados a circular por rutas colindantes, enfrentaron un tráfico pesado, afectando a quienes se desplazaban desde José Luis Bustamante y Rivero hacia Socabaya.
CEMENTERIO DE CHARACATO
Entre los cementerios con mayor valor histórico en Arequipa, el camposanto de Characato destaca por su antigüedad y sus imponentes mausoleos de sillar volcánico. Este espacio alberga las tumbas de algunas de las familias lonccas más tradicionales del distrito, otorgando un toque de historia en cada rincón. Sin embargo, la expansión demográfica ha dejado su marca, y en la actualidad, los recién llegados descansan en nichos construidos recientemente, reflejando los cambios que atraviesa la región.
Esta celebración, que combina el respeto y la memoria con el bullicio de la vida que aún continúa, muestra cómo los arequipeños mantienen vivas sus tradiciones, entrelazando el pasado con el presente en cada visita a los camposantos.
FESTIVIDAD
La celebración del Día de los Difuntos es una de las más arraigadas en Perú y es expresión de identidad en sus diversas provincias donde se rinde especial homenaje al ser querido que partió de este mundo y cuyos restos reposan en los cementerios.
El 1 de noviembre se celebra el Día de todos los Santos en recuerdo de los todos aquellos beatos y santos de la Iglesia que no cuentan con un día específico para venerarlos en el santoral, mientras que el 2 de noviembre es la conmemoración de los difuntos, especialmente de los familiares que ya dejaron este mundo.
En Arequipa, la festividad de Todos los Difuntos se celebra acudiendo a los cementerios, portando flores, fotografías y otros presentes para rendir homenaje a los parientes o amigos que fallecieron y cuyos restos están sepultados allí.
Como parte de esta celebración, las familias arequipeñas llevan a cabo la “Fiesta de las guaguas y mazapanes”, a través del bautizo de las “guaguas” o panes dulces con forma de recién nacido, y la “Ofrenda para los difuntitos”. En la primera se suele recrear un bautizo de una guagua que es obsequiada por un varón a una amiga o amigo.
El compañero que recibe la guagua debe elegir a los padres, padrinos y al sacerdote que bautizará a la guagua, además de organizar toda la ceremonia, donde se comparten bebidas y comida para fortalecer los vínculos de amistad entre los designados a ocupar los cargos ficticios y el resto de familiares o amigos invitados.
Por su parte, en la “Ofrenda para los difuntitos”, cientos de arequipeños visitan los camposantos de la ciudad para visitar a familiares y amigos que dejaron de existir. Las guaguas y mazapanes que llevan son compartidos entre todos los presentes.