Último caudillo de Arequipa no arregló líos con la Iglesia

Por Carlos Meneses Cornejo

La única vez que Francisco Mostajo ingresó a un templo católico fue cuando su padre lo llevó para inscribirlo y bautizarlo.

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Los conflictos que mantuvo Francisco Mostajo con la Iglesia católica durante sus 78 años de vida no lograron solución a pesar de los afanes de su hija Julia Mostajo, de su yerno José Marroquín Calderón, médico de profesión y de su nieta Nazareth Marroquín Mostajo, según se reveló tras su fallecimiento ocurrido en marzo de 1953.

Cuando Francisco Mostajo enfermó de gravedad de males cardiacos, su hija Julia llamó al sacerdote mercedario y también historiador Víctor M. Barriga para que le diera los auxilios religiosos. El paciente fue hallado por Barriga en estado de inconsciencia por lo cual no era posible escuchar su confesión; así que el mercedario se limitó a administrarle las unciones finales sobre boca, nariz, oídos y ojos.

José “Pepe” Marroquín, esposo de Julia y especialista en cardiología, se puso de acuerdo con su cónyuge para difundir a través del diario La Prensa de Lima, dos días después del 27 de marzo de 1953, fecha en que Mostajo muere, la conciliación entre el dirigente-que unos consideraban ateo y otros masón-con la Iglesia.

Las diferencias entre Mostajo y la Iglesia llegaron en Arequipa a tal extremo que hubo apedreamientos de la casa del obispo Manuel Segundo Ballón y después también de líderes que no eran religiosos.

En inmueble de la calle Misti (Yanahuara) vivió el caudillo arequipeño.

Cuando Mostajo tenía más de 70 años, sus últimas actuaciones públicas fueron cumplidas en la revolución de 1950. En la que hubo heridos, muertos civiles y militares. Una de las víctimas más importantes fue el líder social cristiano y periodista, Arturo Villegas Romero.

Debe recordarse que Francisco Mostajo a los 19 años desobedeció a su padre Santiago Mostajo Cabezudo, quien tenía su taller de ebanistería en la calle Peral cerca del monasterio de Santa Teresa.

El padre de Mostajo le ordenó buscar a un sacerdote recoleto franciscano para que se confesara con él, pero el muchacho prefirió la compañía de amigas y al ser requerido por su padre sobre el cumplimiento de la orden recibida tuvo que reconocer como verdad que le había mentido.

Según Mostajo, la única oportunidad en que estuvo en una iglesia fue cuando su padre lo llevó a inscribir y bautizarlo, después nunca más volvió a pisar un templo, su madre Mercedes Miranda Pinto había muerto casi cuando él nacía.

Mostajo publicó artículos en periódicos y revistas, como El Deber, La Bolsa, El Pueblo y colaboró con Víctor Raúl Haya de La Torre para modernizar y democratizar la educación universitaria, gran defensor de las comunidades indígenas, también chocó con la clerecía y, especialmente, con el obispo Ballón que llegó a poner en la cumbre del Misti una cruz de acero que elaboraron trabajadores del ferrocarril.

En la revuelta popular de 1950 fue invitado por el prefecto coronel Daniel Meza Cuadra a ser portavoz del malestar ciudadano con un Odría que quería permanecer en el poder después de haber derrocado a José Luis Bustamante y Rivero, hijo predilecto de Arequipa.

Julia Mostajo, hija de Francisco Mostajo.

Como abogado fue uno de los más destacados de Arequipa y se cuenta una anécdota de él. Resulta que un cliente le contrata para conseguir pago de una deuda contraída por un ciudadano que se obligó a cancelarla el día de “San Blando”. Como no se pudo encontrar que tal santo existiera, Mostajo presentó escrito a un juez pidiendo que la obligación se cumpliera el primero de noviembre considerando que ese es el día en que la Iglesia celebra a “todos los santos” y el juez ordenó que así se hiciera.

También se recuerda que, al terminar la revolución de 1950, ingresan al municipio oficiales militares preguntando quién respondía de los muertos y heridos registrados. Mostajo asume la plena y directa responsabilidad y le pide al jefe militar que ordene su fusilamiento para salvar la responsabilidad de lo acontecido.

Nunca usó auto y cuando lo tomaba pagaba la carrera, vivía en Yanahuara en la calle Misti a media cuadra del local de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa, gustaba de caminar y cruzaba varias veces el puente Grau. Fue primer alumno de la Universidad Nacional de San Agustín cuando estudió Derecho y también en el colegio de la Independencia Americana, falleció a los 78 años y se había quejado años antes de males cardiacos.

Cuando murió no asistió al sepelio ningún militar.

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