ARTÍFICES DE UN MUNDO NUEVO

Por: Javier Del Río Alba Arzobispo de Arequipa

En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, que como cada año hemos celebrado este 1 de enero, el Papa Francisco ha hecho algunos pedidos que también nos atañen a nosotros. Son «tres acciones que puedan restaurar la dignidad en la vida de poblaciones enteras y volver a ponerlas en camino sobre la vía de la esperanza». La primera, en concordancia con el pedido que hizo san Juan Pablo II con ocasión del Jubileo del año 2000, es que «los países más ricos se sientan llamados a hacer lo posible para condonar las deudas de los países que no están en condiciones de devolverles lo que deben» y se desarrolle una nueva arquitectura financiera fundada en la solidaridad y la armonía entre los pueblos. El segundo pedido del Papa es «un compromiso firme para promover el respeto de la dignidad humana, desde la concepción hasta la muerte natural», para que «surja en el corazón de los más jóvenes el deseo de generar otras vidas». El tercer pedido, que renueva el llamamiento hecho anteriormente por los Papas san Pablo VI y Benedicto XVI, es que «utilicemos al menos un porcentaje fijo del dinero empleado en los armamentos para la constitución de un fondo mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite, en los países más pobres, actividades educativas también dirigidas a promover el desarrollo sostenible».

Si bien son pedidos que el Papa Francisco hace a escala global, también nosotros los podemos cumplir de alguna manera en lo pequeño de cada día. Por ejemplo, perdonar la deuda externa es algo que sólo pueden hacer las naciones ricas, pero nosotros podemos ejercer otro tipo de perdón, como pedimos a Dios en el Padre Nuestro: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» o, como decíamos en la versión usada hasta hace algunos años, “perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Así, si alguno ha prestado dinero a alguien que tiene dificultad para devolvérselo, podría, en la medida en que su situación se lo permita, condonarle toda o una parte de la deuda. O si alguno ha sido ofendido por otra persona, podría también, acogiendo la gracia de Dios, perdonarle la ofensa recibida y restablecer la comunión con ella, como Jesús lo ha hecho con nosotros.

En cuanto al segundo pedido del Papa, también nosotros estamos llamados a respetar la dignidad humana y, por tanto, promover la vida, no sólo oponiéndonos al aborto y la eutanasia, sino también evitando que en nuestros hogares y comunidades se infiltren ideologías acuñadas en los países ricos que promueven la extinción del matrimonio, que en lugar de hijos se tengan mascotas y que se descarte a los ancianos y enfermos. Igualmente podemos acoger el tercer pedido de Francisco, cooperando todos para que los padres y madres de familia asuman cada vez más y mejor su misión de educar a sus hijos, dedicándoles más tiempo en el hogar, transmitiéndoles la fe y viviéndola en familia, y acompañándolos en su proceso de crecimiento y madurez integral. Así, con estas tres pequeñas – grandes acciones que nos pide el Papa, podremos ser artífices de ese mundo nuevo que todos anhelamos. ¿Comenzamos hoy?

Deja un comentario