Por: Carlos Meneses

El problema de Venezuela no está terminado es probable que en realidad recién esté comenzando la solución.

El juramento de Nicolás Maduro, como presidente de Venezuela, no cierra el caso. Al contrario de lo que se supone, en Venezuela nada está arreglado y siempre hay la esperanza de que Maduro recapacite y logre un entendimiento con los militares que influenciados por Cuba están temporalmente al frente de los destinos de la tierra de Bolívar.

Quien es estimado como presidente electo, por la mayoría de naciones del mundo, declaró que está listo para entrar en Venezuela en el momento que sea adecuado y negó tener el propósito de propiciar una guerra civil en el país que tiene más de 8 millones de migrantes distribuidos en todo el mundo. Además, está libre la mujer que puso en jaque el fraude que ha permitido que el comando militar cubano-venezolano se fuera a prolongar los 5 años que corresponden al mandato de Maduro.

Se puede esperar-como consecuencia de la crisis que no termina-que otros miles de venezolanos abandonarán su país para buscar refugio en naciones vecinas dispuestas a acogerlos y compartir las penas de los 8 millones que están distribuidos en América, Europa y otros lugares del mundo.

También existe la posibilidad de una rectificación de la política general de Maduro, en esto puede influir decididamente el alto mando de la fuerza armada que tampoco puede querer para su país un enfrentamiento entre los 2 sectores en pugna. La posibilidad de una negociación siempre es posible para evitar males mayores.

Maduro tiene que pensar cómo arreglar un país que tiene que resolver su problema con gente de todos los sectores.