Por Carlos Meneses

Retrasar por unos días el funcionamiento del terminal aéreo de Lima-Callao conviene a los intereses nacionales y a la calidad del servicio que se ofrece.

El aeropuerto Lima-Callao tiene fijado para el 29 de este mes el inicio del servicio de todas sus instalaciones, pero son cada vez más frecuentes los reclamos de empresas privadas y de las personas que usan las instalaciones del terminal aéreo para no apresurar la puesta en marcha de lo que no está definitivamente listo.

Además, no se han adoptado medidas complementarias que permitan que terminales aéreos sustitutos, como el de Pisco o Arequipa, estén acondicionados para remplazar las bondades de atención del que pretende ser el mejor de América Latina.

Es de imaginarse los problemas que significan, por ejemplo, que los ambientes sean insuficientes para el número de personal que se requiere y también que no hay ingresos peatonales al terminal aéreo, habiéndose previsto una ruta de ómnibus que remplace a esta. Asimismo, se adelanta que los trámites de embarque tienen que realizarse con antelación de 24 horas para superar las contingencias que se puedan presentar inicialmente.

Con toda seguridad ante la cercanía del 29 habrá problemas, si estos se pueden evitar; hay que hacerlo para que lo que se comente dentro y fuera del país favorezca el prestigio del Perú y el fomento del turismo hacia el mismo.

Tenemos que garantizar que no se repita la negativa experiencia de los problemas ocurridos en la segunda pista del terminal aéreo. Así como tenemos un gran puerto, tengamos un terminal de gran calidad en lo que se refiere a la aviación civil y a la bondades del Lima-Callao.