Carla más allá del García

Tienes que ser real si quieres hacer política, periodismo o cualquier otro campo laboral.

Por Danna Felipe B.

El apellido García es algo inherente a Carla Ximena García Buscaglia. Si bien está orgullosa de llevarlo, nunca falta quien le pregunte primero por su padre antes que por sí misma. En esta entrevista nos olvidamos de que Carla es hija del expresidente aprista; nos adentramos en la intimidad de un día con la descontracturada comunicadora peruana.

-¿A qué hora te levantas?

Aproximadamente a las 5:30 a.m. o 6 a.m. Primero trato de esperar que amanezca dando vueltas con mi café, luego me ducho y me produzco por si sale algo, porque antes muerta que sencilla. Hago mis cosas. Leo las noticias. Como parte de mi carrera de comunicadora, tengo que estar informada todo el tiempo. Voy escuchando y leyendo al mismo tiempo.

-¿Cuántas noticias lees?

Más o menos leo tres horas de noticias al día. Cuando estoy en el auto, también escucho noticias para tener información fresca todo el tiempo. En la era de la comunicación, las cosas pasan de una forma trepidante y no puedes quedarte afuera. La televisión también acompaña. Pero yo sí busco en X (antes Twitter), porque no solo están los medios, sino también porque los actores políticos tienen una voz directa sobre las cosas que pasan.

-¿Después qué sigue en tu rutina diaria?

Yo hasta hace poco producía un podcast, pero estamos de vacaciones. Se llama CALLA TU BULLA. Lo que hacíamos los lunes y jueves con Jaicec y Lorena era estudiar temas y dar una estructura al programa que hacíamos en la noche. En el caso de que no haber programa, normalmente uso los días de la semana para hacer eventos partidarios. Voy a distintas bases a comentar con los compañeros y, si no, me reúno, trato de que sea dos o tres veces por semana, con compañeros que me pueden ayudar a resolver determinados temas, donde ellos son más expertos que yo. Siempre he pensado que la gracia no es saberlo todo. También trabajo: yo hago cooperación técnica.

-Has mencionado tu podcast. ¿Cómo haces la selección de temas?

Tratamos que sean de coyuntura, pero tocados de una manera entretenida. Digamos, yo he hecho un programa por tres años en Willax. Era uno que, a pesar de que tenía mi voz y yo no soy una persona demasiado ceremoniosa, igual se tenían que tocar los temas medianamente formales. Entonces el mundo del podcast te da más libertad. Además, apunta a un grupo objetivo muchísimo más joven, que a veces está cansado de las mismas cosas y que odia la política. Entonces, así como a los niños cuando les das de comer el avioncito, el podcast es el avioncito para que te comas tu comida, y la comida es la información y la política.

-¿Cómo resumirías tu contenido en una sola palabra?

Informal. Lo que trato de hacer es todo lo opuesto a la formalidad para poder llegar a un público distinto. La política tiene que empezar a comunicar de una manera que la gente quiera escucharla, sin perder el sentido ni la ideología. O sea, las ideas son las mismas, pero las empaco distinto. Porque si seguimos con el mismo empaque del año del Ñangué, no vamos a llegar a nada en una elección que se va a definir con un 40 % de jóvenes que no habían nacido cuando agarraron a Abimael Guzmán. Tenemos que poder ampliar nuestro espectro político.

-¿El podcast y la televisión son diferentes?

Hay una especie de tentación de terminar haciendo televisión. Pero pienso no, es un podcast y tenemos que no hacer televisión, aunque sea la cosa más fácil del mundo e invitar a los mismos de siempre. Yo podría tener un podcast que parezca política de Willax, y no quiero que sea eso; quiero que sea totalmente distinto. Es la forma de abordar la noticia más desde el comentario; en la televisión tienes que ser más objetiva y no meter tu opinión. En cambio, la internet te da la oportunidad de opinar y ser como eres.

-¿Ser como eres?

Antes todo era más o menos que tenías un personaje que usabas en momentos. Hoy en día, en la era digital, si tú no eres una persona real, si eres un personaje y tienes una máscara, la gente se va a dar cuenta. Entonces, creo que hoy en día ya es mucho más difícil crearte un personaje político o de periodismo, sino que tienes que ser real. Y las personas reales se van de boca un montón de veces, cometen excesos, se equivocan, y es bueno saber que a todos les pasa.

-¿Te resultó sencillo pasar de la televisión al podcast?

Sí, me resultó sencillo. Más bien la televisión, al comienzo, me resultaba difícil porque es un medio que, parece mentira, pero incluso es mayor que yo. Entonces, de una manera simpática, se me exigía vestirme como Sol Carreño o Mónica Delta, que me orientara así. Al comienzo yo decía: si me están diciendo eso, eso es lo que funciona. Pero tienes que dar la pelea. Para hacer cambios, siempre hay una resistencia y tú tienes que persistir. Las primeras semanas en las que me hacía moños, unas cosas en la cabeza, payasa, recibía críticas. Pero decía: voy a seguir en esto hasta que se acostumbren. Y se acostumbraron.

-Nos has dicho que haces gestión pública, tienes reuniones. ¿Vos esto lo haces todos los días? ¿Alguna vez te has preguntado si no fuera así?

Alguna vez me he preguntado qué sería de mí si no me hubiera dedicado hace 5 años a la política.

-¿Por qué?

Hubiera seguido en mi mundo de comunicación. Tenía un programa de televisión en Latina, un programa radial, he escrito libros, hago documentales, estoy en casi todo el espectro de lo que es comunicación. Por eso, cuando me dicen periodista, digo: soy comunicadora. Entonces sí, me lo he preguntado. Creo que mi vida sería mucho más sencilla, pero tendría mucho menos contenido.

-¿Te aburrirás también?

Sí, a veces tengo ganas de aburrirme.

-¿Por qué?

Digo: voy a ver tele, y estoy chambeando en el celular. O sea, me traiciono a mí misma. Digo: ya chicos, no me llamen que voy a estar durmiendo. Dos minutos después: lean este artículo que he hecho. No puedo parar. Esencialmente, cuando haces algo que te gusta, no se siente como un trabajo. El cuerpo regaña, sí. Hay un momento en el que el cuerpo dice: quiero dormir una hora más, o no te subas a ese avión, ya basta. Pero hay que hacerlo y bien vale la pena.

-¿Y cuáles son esos momentos en los que te olvidas que eres Carla García?

Yo tengo a mi enamorado, vivo con él hace 8 años y sigo siendo ama de casa. O sea, yo voy a ir a un mitin, y antes estoy comprando online una bolsa de arroz, aceite, “Carla, no hay pasta de dientes”, ¿hay comida para el perro? Veo a mi familia, estoy con mi enamorado. Esencialmente lo escucho a él, porque estoy casi todo el día chambeando y también merece tiempo. Entonces, solo cuando duermo, dejo de ser Carla García.

-¿Algo que has estado postergando debido a todo este ajetreo que tienes?

Tengo como tres libros escritos a la mitad. Uno es sobre las mujeres y el aprismo, otro autobiográfico, y también quiero desarrollar el libro sobre mi tesis de maestría, que tiene que ver con las crisis en los gobiernos, en el caso de Dina Boluarte. Entonces, quiero sacar eso. No me da mucho el tiempo. Además, cuando digo: “Va, me voy a dedicar a esto”, termino dedicada a cualquier otra cosa porque las cosas van saliendo también. No tienes que ser tan parametrado, también hay que dejar que las cosas fluyan. Como dicen los chinos: no te opongas a la naturaleza, fluye con ella.

-¿A qué hora descansa Carla?

Esto sí es un secreto que nadie sabe: yo duermo temprano. A las 9 de la noche, si no estoy en un evento partidario o académico, ya estoy lateando en pijama por mi casa comiendo un chocolate. A las 10 de la noche veo una o dos noticias y cambio de canal para ver cualquier otra cosa: una señora que opera los pies, cualquier cosa. Siempre trato de dormir 8 horas para que mi cerebro descanse y levantarme reseteada al día siguiente y no estar cansada. Sí, respeto un montón mis horas de sueño.

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