Por: Carlos Meneses

“Quienes se inventan no son periodistas sino aquellos que tienen el propósito de mal informar o simplemente de no hacerlo para mantener confundida a la ciudadanía y para sacar ventaja de esa desinformación alentando confusiones y creando sombras donde debe haber luz”.

En uno de sus pocos diálogos del presidente Castillo con los periodistas llegó a afirmar que el deber de quienes trabajan en prensa es el de preguntar. No le faltó razón, aunque, por cierto, es la tarea que un diarista de prensa escrita, televisión o radio tiene que hacer pues es la única forma de enterarse de lo que no son hechos sino acciones de quienes gobiernan.

Lo malo está en creer, como lo hizo el mandatario, que resulta inútil preguntar a quien no responde teniendo la obligación de hacerlo y de decir cómo se administran los fondos públicos y también atender los requerimientos.

De la práctica del silencio de las autoridades derivan muchos de los malos entendidos que hay entre la prensa y el gobierno, y también de la ignorancia que tenemos los ciudadanos de la forma cómo se manejan los asuntos nacionales.

Así que hay que reiterar ahora que se puede discrepar en materia de opinión con los gobiernos, pero en lo que se refiere a la información los hechos son únicos y específicos y que el derecho del ciudadano no puede recortarlo la arbitrariedad de un gobierno que prefiere callar sobre lo que no debe y está obligado a decir en forma íntegra y comprensible para quienes lo eligieron por un periodo constitucional determinado.

La prensa peruana tiene un compromiso que primero que con el gobierno es con su lectoría o audiencia a la que deben alcanzar información cierta que se sustente en hechos visibles o en deseos del gobernante para bien hacer a los pobladores.