De la «Dama de Hierro» a la Líder Humana Un nuevo liderazgo político femenino para el siglo XXI
Por Alicia Barco Andrade

El liderazgo político femenino del siglo XX fue un periodo de inmensa transformación, marcado por la conquista del derecho al voto y el acceso gradual a los más altos niveles del poder ejecutivo y legislativo. A diferencia del enfoque del siglo XXI (que prioriza la ética, la humildad y la conexión digital), el liderazgo del siglo XX se centró en la ruptura de barreras y la demostración de competencia en un mundo dominado por hombres.

El siglo XX fue una época de rupturas para el liderazgo femenino. Fue la era de las pioneras, las que abrieron con el puño el techo de cristal. Figuras como Margaret Thatcher, Golda Meir o Indira Gandhi no solo gobernaron naciones complejas, sino que se vieron obligadas a convertirse en «Damas de Hierro»: líderes que adoptaron la disciplina, la dureza ideológica y la intransigencia de los hombres fuertes para demostrar que eran aptas para el poder.

Esa generación nos legó algo inmenso: la prueba irrefutable de la competencia femenina en la alta dirección. Pero ese acceso tuvo un costo.

LA PARADOJA DE LA DUREZA

Las líderes del siglo XX triunfaron al validar el modelo patriarcal del poder: el poder es fuerza y confrontación. Tuvieron que minimizar la ética del cuidado y la conexión social para que su voz fuera escuchada en un mundo diseñado para la masculinidad hegemónica. Su éxito radicó en la demostración de fuerza, en la capacidad de ser más “duras” que sus pares varones.

Hoy, a pesar de sus logros, el legado de las «Damas de Hierro» se siente incompleto. Su estilo, en lugar de transformar la política, la consolidó como un campo de batalla de suma cero.

EL SALTO ÉTICO DEL SIGLO XXI

El desafío de la mujer líder del siglo XXI ya no es probar su competencia (eso lo demostró el siglo pasado), sino redefinir el significado del poder mismo.

En un contexto de desafección democrática y de ciudadanos que se sienten abandonados (el electorado huérfano), la dureza sin empatía es insostenible. La nueva líder debe entender que su mayor activo es lo que el siglo pasado tuvo que reprimir:

EL LEGADO Y EL FUTURO

La líder del siglo XXI no está obligada a elegir entre ser firme y ser humana. Debe fusionar la innegable competencia de una Thatcher con la conexión social de una Eva Perón (si se quieren usar figuras históricas). Debe ser tan estratega como las pioneras, pero con una agenda de transformación social que utilice la fuerza para construir consensos, no para aniquilar al adversario.

Este es el mandato en el Perú de hoy: abandonar los modelos agotados. Honramos a las mujeres del siglo XX reconociendo su lucha, pero nuestro futuro depende de construir un liderazgo femenino que sea tan fuerte en su ética como ellas lo fueron en su voluntad. Solo así sanaremos la fractura democrática.

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