Segundo nivel de desarrollo socioemocional “el diálogo emocional”
Por:Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magíster en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia
.
La vida es un espectáculo maravilloso, donde hay alegrías, dichas, llantos y quebrantos. Pero en la suma de actos solo hay gratitud y bondad.
HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Hoy quiero compartir con cada uno de ustedes el segundo nivel de desarrollo socioemocional como padres y este nivel tiene que ver mucho con el diálogo, con el silencio y la dedicación.
Como ya lo habíamos conversado la semana pasada me centraré en la vida del padre de Jesús, José, y en todas aquellas enseñanzas que compartieron para que él llegara a ser el hijo más maravilloso del mundo y el mayor padre socio emocional de la historia.
“José sabía muy bien que la vida de aquel niño que había nacido de su amada María, también era su vida y luego de reflexionar sobre la gran misión que tenía se comprometió de corazón con aquel dulce niño que tenía una mirada de cielo y un encanto de arcoíris.
El, como artesano de la sociedad, sabía que desde aquel día había actos que no podrían estar nunca ausentes en su diario vivir cómo darle un beso en la frente a su hijo o abrazarlo sinceramente por cada pequeño o gran logro que alcanzará.
Sabía en lo profundo de su corazón enamorado por la vida que aquel frágil niño solo lo tenía a él como constructor de su personalidad y evidentemente ¡no podía fallarle!
Cada día, cada vez que notaba alguna ausencia en casa y en su misión como padre pensaba “voy a darle siempre lo mejor de mi ser a mi hijo, pero ¿qué es lo más valioso que tengo? y luego de reflexionar profundamente sentenció, “voy a darte mi diálogo lleno de afecto, atención y buena voluntad”.
De seguro muchas veces, junto a aquella cuna de madera trabajada tiernamente con sus manos le dijo al futuro maestro de maestros de la humanidad lo siguiente “querido hijo, soy un hombre esculpido con el fuego y la pasión de la vida, soy un hombre que nunca querrá decirte habla, habla mi niño, porque mi sabiduría me dice que lo más importante en la formación de un ser humano es aprender a escuchar y luego dialogar con el corazón. Mi pequeño Jesús, muchas padres a lo largo de la historia siempre han presionado a sus hijos, tan pequeños como tú por que hablen, porque digan sus primeras palabras, de seguro que esos padres han sido padres muy buenos pero yo, yo soy un padre que no te puede pedir nada, soy un padre que siempre te va a dar lo que es y, para mí lo más valioso es que puedas sentir mis palabras llenas de cariño y preocupación, que puedas sentir mis frases llenas de trabajo arduo y ternura retenida, que puedas sentir mis lágrimas por el esfuerzo realizado a diario y por qué puedas guardar en lo profundo de tu mente mi más grande sentimiento al acurrucarte, al abrazarte. El diálogo emocional, mi pequeño niño, es el regalo más grande que puede un padre regalarle a su hijo, el saber dialogar con el corazón y poder enamorarse de la vida con pasión.
Sé que un día entenderás mis palabras, pero aquello será un momento menor en tu vida, lo más importante habrá sido todo aquello que habremos trabajado con el pasado del tiempo: un vínculo intenso basado en un diálogo no verbal pleno.
Solo aquel que aprende a leer la tristeza en los ojos ajenos puede ofrecer el pañuelo de cariño necesario para calmar la pena contenida. Solo aquel que descubre entre los surcos del rostro el sufrimiento tallado por los años puede suavizar las arrugas del dolor con actos de ternura y solo aquel que puede leer la intransigencia de las palmas de las manos podría tejer aquella empatía para devolverle confianza por la vida a aquella persona que luce una profunda fractura emocional.
El diálogo emocional nos une plenamente con las personas, nos lleva a creer sinceramente en sus actos y nos invita a deletrear con paciencia cada una de sus palabras”.
El diálogo emocional nos ayuda a tener paz en nuestro jardín mental y nos invita a diario a generar compromiso con nuestro mundo social. La inteligencia socio emocional se trabaja a diario, desde antes que nazcan nuestros hijos y aquellas lecciones que generamos pueden hasta traspasar la generación que formamos.
DATO
Todos aquellos que somos padres maravillosos anhelamos ser constructores de puentes afectivos con nuestros hijos y trabajamos a diario con un propósito mayor: hilvanar lazos que nos unan como seres humanos únicos y maravillosos.