LOS ERRORES SE PAGAN
Por: Manuel Bedregal Salas
Tremenda ola de vandalismo que vivimos en estos días. Gente manipulada y totalmente fuera de sí, daña la propiedad privada y lo poco de infraestructura pública existente. La comisaría de Cerro Colorado -que no tiene condiciones de defensa, ni siquiera un extintor para apagar el fuego de los vehículos incendiados a su alrededor- es vandalizada y los efectivos policiales atacados sin piedad. Los vemos asustados sin las condiciones mínimas para repeler el ataque. ¿Qué clase de comisaría es esa? Obviamente no es un fortín de seguridad ciudadana sino un trapo viejo sin zurcir. Los policías son los mismos que deberían atrapar choros y acudir en ayuda de la población en momentos de apuro. Ahora la delincuencia, al tener a su perseguidor en otros quehaceres, hará de las suyas por toda la ciudad. ¿no funcionó la inteligencia policial? ¿No sabíamos que esto podría pasar en una zona donde campea el desorden, el lavado de dinero y la anarquía económica y social? Claro, hemos tenido 6 ministros del interior en un año y unas “cabezas” de la inteligencia que habría que situarlos no encima de los hombros sino donde la espalda cambia de nombre. Y doña Dina se la creyó, se nubló con el protocolo y los aplausos de amigos y antiguos enemigos que hoy ven en ella el alivio de no tener a Pedro Castillo en el gobierno. Se sintió en plena fiesta de 28 de Julio con bombardas y desfiles y afirmó en su yo interior: Me quedo los 4 años que faltan para “gobernar” el país casi ingobernable que somos. No fue capaz de darse cuenta que solo se trataba de un momento nuevo y disruptivo de una crisis política como pocas que haya vivido nuestro nunca bien amado Perú, y que debía ser cauta, inteligente y precavida. Lástima, es nueva en el barrio y sus ministros también. Les falta calle. Parte de ese mismo grupo de vándalos ingresa al aeropuerto de la ciudad, quema llantas al lado de las luces de balizaje, daña algunos equipos y se roba otros. Estamos incomunicados ahora también por aire. Ya lo estábamos por tierra porque los ingresos a la ciudad están tomados por los mismos de siempre, que con piedras y troncos cierran el acceso. ¿No había que proteger la infraestructura clave? Al lado hay un cuartel militar, ¿no se le pudo ordenar la vigilancia disuasiva de estas instalaciones? ¡Cuánta gente afectada! Anarquía e incapacidad rampantes. En la zona agrícola más “moderna” donde se repartió de manera muy dudosa, más de mil millones de soles en tierras de un proyecto, Majes- Siguas, que pudo ser palanca de desarrollo pero que hoy es tierra de nadie, caótica e improductiva además de perro muerto millonario a un Estado corrupto, queman la planta láctea privada más grande de la Región y la dejan inservible. Tal vez le hicieron un favor a la empresa -con seguros vigentes, claro- que ya estaba pensando cerrar o reducirse producto de la caída de la producción láctea y a los hundimientos causados por el agua del propio proyecto que percoló poniendo en riesgo su estructura -nuestra ingeniería no puede ni con el asfalto de una calle-. Bueno pues, ahora ¿quién se tomará la leche que aún queda? Se gatilla un nuevo problema social en la zona: Productores que deberán tirar a la basura su esfuerzo. Estamos pagando el haber elegido mal, pésimo. A Castillo y a Llica. Ambos de izquierdas, que acogieron el sentir popular y lo usaron, pero solo para beneficio personal. Los dos están presos. Es paradójico. Es irracional, pero es lo que es. Los malos tratan de convertirse en víctimas y los buenos no existen. ¿Por dónde andará el chapulín colorado? Nos queda esperar el desenlace de una novela de terror donde se ponen sobre la mesa: una ideología fracasada, de siglos atrás, leyes inservibles y la pobreza cultural más grande que haya visto. Vaya cóctel. Cuanto siento no poder ayudar a mi patria en este momento ¡no saben cuánto!