Sin liderazgo en el horizonte
Por: Juan Sheput – El Montonero
Es impresionante cómo en nuestro país, sin ningún estudio serio de por medio, se pueden plantear un conjunto de políticas públicas para reformar el sistema electoral. Planteamientos que van desde reducción del periodo del mandato parlamentario, hasta que sean cuatro los candidatos que pasen a la segunda vuelta, pasando a la renovación por tercios. Eso demuestra no solo lo inconexos de los planteamientos, sino también la irresponsabilidad de convertirlos en exigencias sin haber hecho ni siquiera una simulación o un estudio de impacto sobre sus eventuales resultados.
Así es el Perú. Quienes creen que el deterioro de los asuntos públicos es una cuestión solo de políticos se equivocan. En nuestro país la banalización, la irresponsabilidad, el poco profesionalismo, la falta de solidez se han entronizado en diversos protagonistas del tejido social. Irresponsabilidades como las que se agrupan bajo el esquema de una necesaria “reforma política” no son la causa sino la expresión de un sistema institucional débil, que deja mucho que desear.
No dudo que debe haber reformas puntuales, pero deben ser discutidas en profundidad. No desde el horizonte teórico sino desde la experiencia y la trayectoria política, así como con legislación comparada y sobre todo con evidencia local o internacional. Las llamadas reformas no deben ser prerrequisito de un eventual adelanto de elecciones, y mucho menos vender la falsa idea que todo será peor si es que se abandona la oportunidad de realizarlas.
Por otro lado, un Congreso con “niños y topos” y con personajes resentidos por la reducción del mandato parlamentario no puede impulsar una reforma política. La presidenta de la república, Dina Boluarte, debe dejar esa tarea para el próximo Congreso y liderar una agenda concreta que permita el correcto traspaso del poder. ¿Qué puntos podría tener esa agenda? Pocos, al igual que lo hizo Valentín Paniagua. Desde mi punto de vista, elecciones limpias y transparentes, fortalecimiento institucional (incluyendo organismos electorales), lucha frontal contra la corrupción y relanzamiento de la economía por sectores, brindando prioridad a aquellos que se encuentran en muy mala situación.
Aún no se sabe de manera definitiva cuándo serían esas elecciones adelantadas. La segunda votación en distinta legislatura es de difícil proyección. La izquierda puede forzar el camino del referéndum e incluir allí no solo el anticipo de elecciones sino también la asamblea constituyente. Para antagonizar con todo ello se requiere de liderazgo político que debe venir de la presidenta de la república. Ella debe señalar el camino sabiendo que enfrenta a un Congreso que no quiere irse. Se requiere de una acción decidida de Dina Boluarte. Hoy no la hay, y en ello radica la fuerza de la izquierda; es decir, en tener una agenda, imponerla y saber que el gobierno no tiene respuestas. Urge ponerle al frente un bloque opositor.