Por: Carlos Meneses

“Serán también los días de conocimiento de cómo se dejan las cosas de un año a otro y del renacer de la esperanza.”

Formalmente está terminado el año 2022. Esto significa también el fin de las gestiones de los gobiernos regionales, de las municipalidades provinciales y distritales de toda la República.

Conviene hacer, en consecuencia, una reflexión sobre el año que se va; como deberemos hacerla mañana sobre el año que sobreviene y en el que deben producirse importantes cambios que conduzcan a reformas constitucionales que posibiliten el fin adelantado de las labores del Poder Ejecutivo y del Legislativo, que culminarán el 28 de julio de 2024.

No ha sido, por cierto, para nada el 2022 un buen año para Arequipa, el Perú y el mundo. Todavía nos afecta la pandemia del coronavirus y han surgido nuevos males vinculados al hambre, a la guerra por la invasión rusa a Ucrania y una suba constante en el precio de los combustibles que ha terminado por perjudicar a todos y mucho más, desde luego, a los más vulnerables.

Además, tuvimos mala suerte en la conducción de nuestro gobierno regional y de la Municipalidad Provincial de Arequipa. Finalmente, una crisis política que desembocó en un intento de golpe de Estado que se frustró por la posición democrática y por la decisión de respaldar la vigencia del orden y la ley por parte de las Fuerzas Armadas en apoyo de la Policía Nacional.

La crisis política agudizó el desprestigio de los poderes del Estado, concreta y específicamente del Ejecutivo y del Congreso. Así que el mundo entero, al igual que el Perú y la región Arequipa tenemos la firme esperanza de que mejores aires llegarán el año que inicia el 1ero con nuevas autoridades y por los escarmientos que significan el año precedente.