EL DIÁLOGO QUE SE HA HECHO IMPOSIBLE
Por: Carlos Meneses
“Lo que falta para el diálogo es quién lo convoque.”
Después de que se frustrara la esperanza de diálogo sobre los problemas nacionales y este fuera imposible a nivel del Congreso, el maleficio se extendió al Consejo de Estado. Solo hay una posibilidad para que el convocante a conversar sea la Iglesia.
Nos referimos, desde luego, al conjunto de religiones existentes en el país que liderados por la católica se han animado a ofrecerse como mediadores evidenciando no solo su calidad de bienhechores sino el hecho cierto de que no pueden tener ningún interés en la solución de un problema que nos agobia, preocupa al mundo y no tiene salida visible.
Habría que agregar a lo anterior el hecho cierto de que el lugar, que era lógico, proponga conversar es el Congreso de la República. Sin embargo, parece ser el menos animado en hacerlo y, por otro lado, que el Ejecutivo muestra pocas condiciones de prestarse a lo que es la única solución de nuestras dificultades pues, también, hay intereses por medio.
Los gobernadores regionales debieran tener una voz muy importante en el tratamiento del tema pues no se trata, solamente, de un problema político y social, sino que la solución debe necesariamente comprender la disminución del abismo que supone el creer que Lima es el Perú; a lo político y social debe ineludiblemente trazarse lo económico que ha venido profundizando las diferencias entre la capital de la República, sede del gobierno, y el resto del país.
Si el problema sigue durando, los desencuentros serán mayores cada día alejando la solución. No se quiere escuchar las voces que llegan de todas partes y de todas las gargantas para que en paz y en el propósito de bien lograr conservar la forma de ser libres de verdad que nos impone la realidad confrontada.